lunes, 4 de junio de 2012

un poco de historia de MANUEL BELGRANO

REVOLUCION DE MAYO
Cisneros
Castelli
Moreno
El avance de los ejércitos franceses en España, reduce cada vez más el territorio gobernado por la Junta Central de Sevilla, que ha designado a Cisneros como Virrey del Río de la Plata. Estallan sublevaciones que fracasan en distintos puntos del Virreinato – Chuquisaca y La Paz.
Primera Junta de Gobierno Patrio 25 de Mayo de 1810
Cisneros se ve obligado a abrir el puerto de Buenos Aires a los buques extranjeros aliados o neutrales, por decreto de noviembre de 1809. Previo a ello, Cisneros hace la consulta a las distintas autoridades locales. El Cabildo y el Consulado se declaran en contra, porque representan los intereses de los comerciantes españoles; en tanto los hacendados se pronuncian a través de una Representación de hacendados y labradores, encabezados por el Doctor Mariano Moreno, a favor de la libertad de comercio. La influencia de Belgrano en el escrito es indiscutible.
El pueblo ante el cabildo de Buenos Aires, 25 de Mayo de 1810
Al conocerse en mayo de 1810 la noticia que la Junta Central de Sevilla se había disuelto ante el avance francés en Andalucía, siendo reemplazada por un Consejo de Regencia, se cuestiona la autoridad de Cisneros, que había sido designado por esa Junta. Se da un proceso por el cual se forma la Primera Junta de Gobierno el 25 de mayo de 1810, destituyendo al Virrey, pero siguiendo siendo fieles a Fernando VII. La teoría suareciana es la base jurídica de la Revolución, ya que establece que estando el Rey imposibilitado de gobernar el poder vuelve al pueblo, quien organiza su propio gobierno. Belgrano se destaca, junto con su primo Juan José Castelli y Mariano Moreno, como el ideólogo de la Revolución de Mayo.
BELGRANO Y
La Educación de la Mujer


Belgrano, al igual que el obispo de San Alberto, que actuara en el Tucumán, cuando Belgrano todavía era un niño, se interesó por la educación de la mujer.
En España, los pensadores de la Ilustración Española se interesaron por este asunto. El mismo también se vio reflejado en reales cédulas. Así, Carlos III, dictó, para las niñas el "Reglamento para el Establecimiento de Escuelas Gratuitas en los barrios de Madrid". 1
Belgrano consultó la obra del humanista valenciano Juan Luis Vives, titulada Instrucción de la mujer cristiana, donde se lee: "Aprenderá, pues la muchacha, juntamente letras, hilar y labrar, que son ejercicios muy honestos... Terencio, pintor de la vida humana, describiendo que tal ha de ser la doncella muy honesta, dice: "Sostenía su vida hilando lana y tejiendo". Salomón, entre los otros loores que él da a la mujer virtuosa dice: "Buscó lana y lino y obró con la industria de sus manos. ..". 2
Juan Carlos Zuretti escribió: "El combate a la ociosidad es proyectado por Belgrano en todas sus posibilidades. Para dar ocupación a las gentes pobres y especialmente a los niños le parece recomendable el establecimiento de escuelas de hilazas de lana y algodón..."trayendo de Europa todos los tornos necesarios, los maestros que enseñen su uso a los niños y la maestra que enseñe a las niñas, pues contemplo utilísimo que haya esta separación en la escuela", con lo que expresa su poca simpatía por la coeducación". 3
Belgrano buscaba la separación de sexos en la escuela, de acuerdo a la tradición católica que establecía esa norma en ese momento. En los países protestantes era bastante común la coeducación, de acuerdo con las enseñanzas de Comenio.
Belgrano no busca formar mujeres intelectuales, sino que con criterio práctico, tuvo más presente a la madre de familia. Procuró alejarla de la ignorancia y fomentar la virtud.
En ello siguió a los españoles de su tiempo y a Vives, quien dijo: "El tiempo que ha de estudiar la mujer yo no lo determino más en ella que en el hombre, sino que en el varón quiero que haya conocimiento de más cosas y más diversas, así para su provecho de él como para bien y utilidad de la república para enseñar a los otros". 4
Belgrano, en el Río de la Plata, fue uno de los primeros en ocuparse de la educación de la mujer, buscando dignificarla. No debemos olvidar la acción de los jesuitas, quienes no sólo se ocuparon de la evangelización del indígena, sino que fueron los encargados de la educación en el periodo hispánico, hasta su expulsión en 1767. Ellos fueron los primeros que dignificaron a la mujer, preparándolas para que fueran buenas madres de familia.


BELGRANO Y
Belgrano y el Periodismo

La formación intelectual de Manuel Belgrano, de carácter enciclopedista, adquirida en Europa, es la ideal de todo periodista. Tenía un buen conocimiento de varias lenguas como el francés, italiano e inglés, lo que le posibilita el acceso directo a diversas fuentes de conocimiento, como el contacto personal con autoridades y personajes relevantes de su época.
Tiene especial vocación por el estudio de la economía política y del derecho público, y ha de volcar sus conocimientos en el incipiente periodismo del Río de la Plata.
Los más desconocidos antecedentes de Manuel Belgrano como cronista -bien dice Armando Alonso Piñeiro - no figuran en los tres diarios clásicos de la Colonia, sino en las actas del Real Consulado de Buenos Aires. Belgrano se convirtió entonces en cronista de viajeros, correspondiéndole en realidad el título de "primer cronista argentino de viajeros", aunque sus experiencias escritas no fueran dadas a publicidad sino modestamente relegadas a los documentos del Real Consulado, simplemente por el hecho de que el incipiente periodismo de la época estaba animado por otras inquietudes.
Siendo secretario del Consulado, Belgrano hace que ese cuerpo se suscriba a diferentes periódicos europeos como el “Almanak Mercantil”, el “Correo Mercantil” y el “Semanario de Agricultura’’, de origen madrileño los dos últimos.
Su actividad periodística comienza en el “Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata”, que empieza a publicarse el primero de abril de 1801, fundado y dirigido por el militar, abogado y escritor Francisco Antonio Cabello y Mesa. Aparece primero dos veces a la semana y luego se transforma en un semanario dominical. Tiene licencia oficial exclusiva y es sostenido por la contribución de casi doscientos suscriptores. Este primer periódico editado en Buenos Aires está destinado a la divulgación de ideas de interés general, artículos acerca de la agricultura, el comercio, el progreso, los precios en plaza, los recursos provinciales, etc.
Según consideran algunos estudiosos, Belgrano es el inspirador de Cabello y Mesa en la fundación de ese periódico y colabora en sus páginas junto a Juan José Castelli, Julián de Leiva, Domingo de Azcuénaga y otros.
Comienzan ciertas desinteligencias entre Belgrano y Cabello y Mesa, el Consulado le retira su apoyo y el 17 de octubre de 1802 deja de publicarse. El semanario, del que se habían editado ciento diez números, es clausurado por orden del Virrey del Pino.
Un mes antes de dejar de circular el “Telégrafo Mercantil”, aparece el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”, bajo la dirección de un comerciante criollo llamado Juan Hipólito Vieytes que llega a publicar 218 números, entre el 2 de septiembre de 1802 y el 11 de febrero de 1807. La publicación cuenta con los auspicios del Real Consulado y se transforma en un verdadero vocero de ese organismo, al demostrar los beneficios de las teorías económicas vigentes en Europa y defendidas por Belgrano.
Propicia el fomento de la industria, del libre comercio y sobre todo de la agricultura, según la corriente fisiocrática. Desarrolla las teorías enunciadas por Belgrano en sus Memorias económicas.
El “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio” deja de circular a comienzos de 1807 a causa de la grave situación que enfrenta Buenos Aires con la amenaza de una nueva invasión de fuerzas inglesas, acantonadas en Montevideo.
El 23 de mayo de 1807, los ingleses inician en Buenos Aires, la edición de un periódico bilingüe - inglés –español- que llaman “La Estrella del Sur”. Se publican siete números con la finalidad de alentar a los criollos a independizarse de España y adoptar el sistema de libre comercio que posibilite la introducción de los productos británicos.
En Buenos Aires, entre octubre de 1809 y enero de 1810, por disposición de Cisneros se edita la “Gaceta del Gobierno de Buenos Aires”, destinada a difundir textualmente los documentos oficiales.
El 3 de marzo de 1810, con la aprobación del Virrey Cisneros, se edita el “Correo de Comercio”, siendo los redactores Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes. El periódico abarca 58 números, siendo el último ejemplar el del 5 de abril de 1811. La publicación se cierra sin aviso previo, estando Belgrano, su fundador, fuera de la capital.
Manuel Belgrano, siendo Brigadier General de Ejército, al frente de la división acantonada en Tucumán, publica un semanario que llama “Diario Militar del Ejército Auxiliador del Perú”. Es un pliego informativo que divulga las noticias de carácter militar, referentes a las alternativas de la campaña; aunque sin dejar de lado los principios morales que según la opinión de Belgrano debían impartírsele a la tropa. La redacción se confía al general chileno Manuel Antonio Pinto, o bien, a Patricio Sánchez de Bustamante, secretario del comandante en jefe. Se publican 78 números entre el 10 de julio de 1817 al 31 de diciembre del año siguiente.
La vocación periodística de Belgrano se extiende con igual sentido didáctico ahora frente al soldado, procurando infundir los valores de abnegación y patriotismo, en la Patria Naciente.
Temas desarrollados por Belgrano en periódicos coloniales

Los temas desarrollados por Belgrano en el Correo de Comercio coinciden con los expuestos en las Memorias Consulares, guardando una apariencia conciliadora con las autoridades virreinales, para ocultar el verdadero sentido revolucionario de sus artículos. Prueba de ello es lo que elabora en vísperas de la Revolución de Mayo con el título; “Çausas de la Destrucción o de la Conservación y engrandecimiento de las Naciones”. Aquel breve ensayo, según palabras de Belgrano;
“…contentó a los de nuestro partido como a Cisneros, y cada uno aplicaba el ascua a su sardina, pues todo se atribuía a la unión y desunión de los pueblos”.
Belgrano critica duramente la desunión, que ocasiona grandes males

“…basta la desunión – dice en la primera plana del sábado 19 de mayo de 1810 – para originar las guerras civiles,
para dar entrada al enemigo por débil que sea, para arruinar el Imperio más floreciente”.
Varios artículos se ocupan de la agricultura como uno de los elementos básicos para lograr la riqueza de una Nación. Véase Correo de Comercio del 3 de marzo de 1810 y del 14 de abril del mismo año.

Se ocupa asimismo de la reparación de caminos, creación de puentes, apertura de canales, establecimiento de riegos, introducción de máquinas para facilitar la labranza y el transporte de los productos.

En otros ejemplares, se hace referencia a las numerosas dificultades que afectan las tareas de los labradores, el poco amor al trabajo de los peones, y a los usureros “que tragan sustancia del pobre y aniquilan al ciudadano”.

Propone iniciar en toda la campaña el empadronamiento del ganado, para evitar el cuatrerismo.

Publica el 14 de abril de 1810, un artículo que denomina “Estadística”, para resaltar la importancia de esta ciencia en el fomento de la agricultura, industria y comercio de una Nación.

Basándose en los informes de los Diputados del Consulado, describe en diversos artículos a las distintas regiones de manera pormenorizada, ya sea desde el punto de vista geográfico, económico e histórico.

Otro de los temas que lo preocupan es la educación, siendo una constante en su vida. Belgrano preconiza las virtudes de la educación “… persuadido de que la enseñanza es una de las primeras obligaciones para prevenir la miseria y la ociosidad…”.

Sus primeros trabajos periodísticos sobre educación se publican en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, en 1802; el artículo se llama “Educación Moral” y luego publica “Educación político-moral” en los números siguientes. Se dirige a los jóvenes destacándoles el esplendor del Estado, con una crecida población de “hombres industriosos y ocupados”, a lo que es necesario agregársele la formación moral y cristiana de los mismos, “único molde en que pueden vaciarse los hombres grandes”.

En setiembre de 1805, publica un artículo bajo el título “Educación”, ocupándose de la enseñanza de los niños, a quienes debe instruirse correctamente en el conocimiento de la geometría, la geografía, la práctica y teoría de la agricultura, además de la lectura y escritura. Le dice a los padres;
“El amor a nuestros semejantes es obra de la naturaleza; pero
el dirigirnos hacia los deberes de verdaderos ciudadanos es una
sagrada obligación que nos impone la sociedad..”.
En el Telégrafo Mercantil y en una edición extraordinaria del Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, se publican los discursos que como Secretario del Consulado, pronuncia durante la clausura de los certámenes públicos de la Academia de Náutica, de marzo de 1802 y enero de 1806.

En el Correo de Comercio se refleja la inquietud de Belgrano por modificar el sistema de la enseñanza de las primeras letras en el Virreinato; propone someter a las escuelas a inspecciones periódicas para sacarlas del abandono y fundar otras en la campaña, gratuitas, costeadas por la villas y ciudades. Merece ser especialmente destacada su preocupación por la educación de la mujer. En ejemplares de fines de julio de 1810 expresa que el Estado tiene la obligación de atender por igual a la educación de la mujer, a fin de generalizar las buenas costumbres, señalando que “por desgracia el sexo que principalmente debe estar dedicado a sembrar las primeras semillas lo tenemos condenado al imperio de las bagatelas y de la ignorancia”. Por entonces, existía una sola escuela pública para niñas en Buenos Aires, el Colegio de Huérfanas de San Miguel.

Otro de los aspectos importantes, es el sentido que Manuel Belgrano le asigna a la prensa, considerándola un elemento insustituible de divulgación de la cultura y por lo tanto, debe permanecer íntimamente unida al principio de libertad. Se ocupó del tema en un artículo que titula ’’La libertad de la prensa es la principal base de la ilustración pública”, publicado en el Correo de Comercio del día 11 de agosto de 1810.
No es de extrañar entonces que el 8 de noviembre de 1811, el Cabildo de Buenos Aires lo designe elector nato para la Junta Protectora de la Libertad de Imprenta.
 La Academia de Dibujo
Belgrano fomentó la creación de diversas escuelas, a saber: de Agricultura, Dibujo, Arquitectura, Primarias gratuitas, Gratuitas para niñas, de hilazas de lana, Comercio y Náutica; según figura en la Memoria del 15 de junio de 1796. Lamentablemente, por la situación de crisis que se vivía en esa época, algunas de estas escuelas no pudieron fundarse.

El proyecto de Belgrano, abarcaba una educación primaria gratuita, por lo cual podemos decir que fue el gran promotor de la escuela primaria gratuita, en la cual se enseñaran los principios de la religión católica. Sarmiento, fomentó posteriormente la educación laica, pero la enseñanza gratuita tuvo como primer iniciador a Belgrano. El plan de Belgrano también abarcaba a través de diferentes escuelas, como las de Náutica y de Dibujo, una enseñanza técnica, en procura de lograr un fomento de la Ciencia y la Técnica. Belgrano procuraba un desarrollo de lo que hoy en día conocemos como “recursos humanos”, en función de alentar la producción y de fomentar un desarrollo de la persona que la alejara del ocio y los vicios. Seguía el pensamiento de la Ilustración Española, representada por Campomanes y Jovellanos. El pedagogo Pestalozzi, nacido en Zurich, tuvo gran influencia en España y en Manuel Belgrano, quien se compenetró con las nuevas ideas mientras estudiaba en España. Así mismo recibió las influencias del abate Genovesi y del francés Condillac. 1.

En la Memoria de 1796 preconizaba la erección de una Escuela de Dibujo que sería útil para las diversas ramas de las artes manuales, como para los altos estudios encerrados entonces en el cuadro general de la filosofía. El teólogo, el ministro y el abogado necesitarían el conocimiento del dibujo, pues mientras a unos les facilitaría el estudio de la geografía y el manejo del mapa y compás, a los otros les serviría para comprender los “planos iconográficos y agrimensores, de las casas, terrenos y sembrados que presentan los litigantes en los pleitos”; los médicos tendrían mayor facilidad para estudiar detenidamente las partes del cuerpo humano que figuran en las láminas de los tratados de anatomía y hasta las propias mujeres para el mejor desempeño de sus labores. Concluye Belgrano diciendo “que es forzoso que esta Junta, cuya obligación es atender por todos los medios posibles a la felicidad de estos países, lo establezca (igualmente que una de arquitectura, pues en los países cultos no solamente es útil, sino de primera necesidad) en todas las ciudades principales del virreinato y con más prontitud en esta capital, para cuyo caso tendré el honor de presentar unas constituciones y métodos de enseñar, principalmente a aquellos que se destinan a los oficios menestrales’’. 2

Por lo tanto, la Escuela de Dibujo, que comenzó a funcionar en las postrimerías del Siglo XVIII en Buenos Aires, y es la primera de esta clase que funcionó en territorio argentino, se debe, exclusivamente, a la iniciativa de Belgrano.

Belgrano debió enfrentarse por un lado a la indiferencia de los miembros del Consulado, que obstaculizaron su instalación, alegando motivos económicos, y, por otro lado, a la situación de crisis de la Metrópoli, en guerra con Inglaterra, que consideraba este tipo de establecimientos como un mero lujo.
A pesar de ello, el 23 de febrero de 1799, el profesor don Juan Antonio Gaspar Hernández, se dirigió al Consulado de Buenos Aires, con una nota en que pedía el apoyo de ese organismo para establecer una escuela de “Geometría, arquitectura, perspectiva y todas las demás especies de dibujo’’, con lo que pensaba contribuir a la felicidad pública. 3

El Consulado se ocuparía de los gastos que demandase su instalación y fueron Belgrano y Hernández, quienes formularon el presupuesto de los gastos. Belgrano el 14 de marzo de 1799 formula el presupuesto y lo acompaña con un reglamento de 7 artículos. Este reglamento no fue aprobado sino un año después y con bastantes modificaciones. Debemos consignar que Hernández prestó sus servicios sin cobrar honorarios.4
Esta Academia contaba como único maestro a Hernández, quien era profesor de escultura y arquitectura y adornista, y oriundo de Valladolid. El Consulado controlaba el funcionamiento de la Academia. El calendario escolar comprendía vacaciones en los meses de junio, julio y agosto y las clases se daban por la tarde, en invierno desde las cuatro hasta la oración y en verano (noviembre a marzo inclusive), desde las seis a la oración. Los exámenes eran trimestrales.

No sólo se tenía en cuenta la aplicación del alumno, sino también la conducta, y eran expulsados a la tercera falta grave. Los castigos corporales eran aplicados por el maestro, pero en ningún caso podían darse golpes o azotes que perjudicasen la salud del joven. Recordemos que en esa época eran aceptados los castigos corporales como método de reprensión.

La Academia comenzó a funcionar el 29 de mayo de 1799 y llegó a contar con 64 alumnos. Se instaló en el edificio del Consulado, estando sus aulas cerca del despacho de Belgrano. El interés del prócer se ve reflejado, dado que solía en sus ratos libres concurrir a las clases de la Academia.
A pesar de sus auspiciosos inicios, Hernández presentó su renuncia en abril de 1800 y se pensó designar como directores a los hermanos Cañete. Finalmente Hernández continuó como director de la misma. Hubo asimismo, algunos conflictos con los alumnos, quienes querían que las clases no se dieran por la tarde sino en horario nocturno. Además la Academia debió enfrentar reiteradas órdenes reales de clausura de la misma. La primera orden real de clausura, se basaba en que “aunque aprecia el celo de ese cuerpo, es su real voluntad que tenga presente las graves urgencias del Estado para excusar todo gasto durante ellas”. 5. Finalmente por real orden de julio de 1804, de la que el Consulado tomó conocimiento en 29 de octubre de 1804, se procedió a la clausura de la misma. Fueron vanos los intentos del Consulado y del Cabildo, de reinstaurarla.

Los únicos testimonios que nos quedan de esta Academia o Escuela de Dibujo, que fue la primera escuela oficial de estas características que funcionó en Buenos Aires, son los documentos escritos, no habiendo quedado muestras de los trabajos de los alumnos. Es necesario destacar la labor de Belgrano, quien actuó como un verdadero precursor de la enseñanza en nuestro país, a pesar de las dificultades que a veces dificultaron e incluso impidieron el logro de sus objetivos.
1-V. Mario Quartaruolo, Ideología de Belgrano estudiada a través de sus maestros y de sus escritos. En: Cuaderno N 1, Instituto Nacional Belgraniano, Buenos Aires, 1965, pp. 162-166, y otras.
2- Nicolás Besio Moreno, Las fundaciones matemáticas de Belgrano. En: Escorzo Belgraniano n 2, Instituto Nacional Belgraniano, Buenos Aires, 1995, pp. 17-18.
3- Nicolás Besio Moreno, op. cit., p. 35.
4- En Nicolás Besio Moreno, op. cit., figura un Apéndice de documentos, que abarca diferentes aspectos, tales como :presupuesto y proyecto de reglamento, contestación del Consulado a la real orden de clausura de la Academia, etc.
5- Nicolás Besio Moreno, op. cit., p.42.
BELGRANO Y
La Ecología

 
Manuel Belgrano, como Secretario del Consulado de Buenos Aires, se preocupa del fomento de los recursos naturales. En sus escritos expresa:
“Si nuestros antepasados hubieran pensado sensatamente en estas cuestiones otro sería el destino de la misma España, y otras las posibilidades de nuestras provincias de América para ayudarle. No se crea que al hacer la pintura de nuestro abandono, intentamos ofender a nuestro gobierno sabio, que desde los principios de la conquista de estos países se ha esmerado constantemente en dirigirlos a su prosperidad, ni que tratemos de manchar el honor de alguna corporación, ni de algún otro particular; las declamaciones son contra la general propensión que existe para destruir, y la ninguna idea para conservar, reedificar o aumentar lo que tan prodigiosamente nos presenta el primer gran la naturaleza”.
Belgrano puede ser definido como el primer gran ecologista argentino pues, como hombre gran conocedor del país sostenía; 1
“Todo se ha dexado a la naturaleza; mas es, aun esta misma se ha tirado ha destruir, si cabe decirlo así por todas partes que se recorra en sus tres reinos, animal, mineral y vegetal, sólo se ven las huellas de la desolación, y lo peor es, que se continua con el mismo, o tal vez mayor furor sin pensar y detenerse a reflexionar sobre las execraciones que merecemos de la posteridad y que ésta llorará la poca atención que nos debe”.
Se experimentaba la destrucción de muchas especies y ello le hacía temer a Belgrano que pudieran llegar a extinguirse. Al ver la destrucción de los montes y bosques, siendo utilizadas sus maderas y leñas para hacer fuego, manifestaba: 2
“Perecieron los bosques como el inmenso mar respecto de la corta población que teníamos, y aún tenemos, si se atiende a los grandes territorios que poseemos, y sin atención a las consecuencias, no hay estación que sea reservada para los cortes, éstos se ejecutan a capricho y hemos visto a los Montarases dar por el pie a un árbol frondoso, en lo más florido de la primavera, solo para probar el filo de las hachas”.
Belgrano se preocupaba al observar la muerte indiscriminada de tantos árboles, dado los perjuicios que produciría a las generaciones venideras el no poner remedio a la depredación. Insistía para que todos los hombres públicos reglaran “esta materia por demás importante”. Al referirse a los plantíos afirmaba que debían ser uno de los objetivos principales y protegerlos lo ponía en “el rango de las virtudes- no teologales- pero sí del nivel de aquellas morales, que hacen a la vida de la sociedad y con más particularidad a la de todas las provincias que conforman el Virreinato del Río de la Plata, cuyas llanuras inmensas así lo exigen no menos que las necesidades de la Gran Capital”. 3

Belgrano afirmaba que “hacer plantíos es sembrar la abundancia en todas partes y dejar una herencia pingüe a la posteridad”. Este importante objeto fue preocupación de los gobiernos desde la más remota antigüedad: 4
“Ha habido héroes en este género, como en el arte de la destrucción del género humano, y de las devastaciones de los payses, seguramente con el mejor título a tan digno nombre. De Cyro cuenta la historia que cubrió de árboles toda el Asia Menor. Qué hermoso es adelantar de este modo la tierra. Llenarla de una variedad de escenas tan magníficas como las que presentan los árboles magestuosos; es en algún modo acercarse a la creación. Catón, en su libro sobre la Vida Rústica, dice que para determinarse a edificar se necesita mucho tiempo, y comúnmente no se executa; pero cuando se trata de plantar, es absurdo detenerse a deliberarlo, debe plantarse sin dilación …’’
Toma como ejemplo a Virgilio, quien escribió un libro en donde recomendaba plantar tomillo, pinos y otros árboles aptos para la producción de buena miel.

Elogia la labor de Melchor Albin, contador de la Real Renta de Correos de Buenos Aires, por su afición a hacer en sus horas libres de trabajo “bellos paisajes con plantíos de especies extranjeras y autóctonas, que iban embelleciendo los alrededores de Buenos Aires” Con el asesoramiento del ingeniero agrónomo Martín de Altolaguirre experimentó la adaptación de distintas plantas provenientes de diferentes regiones de América, buscando resolver los problemas de terreno y climáticos. Desde Montevideo, Francisco de Asís Calvo remitía semillas de roble para propagar su cultivo en la zona de la Ensenada de Barragán.

Para lograr el objetivo de poblar a lo largo del río, se fundó el pueblo de San Fernando de la Buena Vista, proyecto que había sido interrumpido por las invasiones inglesas de 1806. Poco después el Consulado ofrecía, veinticinco pesos de premio al vecino de la zona que plantase en las inmediaciones del canal, cien pies de álamos y los tuviese arraigados para el próximo año. Debían certificar esta tarea el cura párroco y el comandante de ese pueblo. Melchor Albín procuraría las cien plantas, para llevar a cabo estas primeras experiencias en San Fernando, a fin de rescatarse buena parte de los terrenos inundables e insalubres. 5

También se ocupó de evitar la matanza indiscriminada del ganado vacuno y yeguarizo, prohibiendo la matanza de las hembras preñadas, entre otras medidas.

Aconsejaba que se favoreciera la producción de lanas de vicuña. Belgrano proponía con sabias leyes evitar ‘’las bárbaras costumbres de correr y matar a los inofendentes animalillos para esquilarlos”.

La labor de Belgrano como Secretario del Consulado fue incansable. Volcó los informes de los Diputados Consulares en el Correo de Comercio, para lograr que la opinión pública tomara conocimiento de la situación del país y se interesara por mejorarla. Su preocupación por la ecología, demuestra que Belgrano fue un verdadero adelantado para su época.
1-Cfr. Comercio en “Correo de Comercio”, n 2, T.1, sábado 10 de marzo de 1810, pp. 12 a 15. Cristina MINUTOLO de ORSI, Manuel Belgrano, precursor de la ecología en la Argentina, en; REVISTA HISTORIA, Buenos Aires, Año XIII, N 52, diciembre de 1993 –febrero de 1994
2-Cfr. Suplemento del “Correo de Comercio”, Buenos Aires, N 11, sábado 12 de mayo de 1810, pp. 89 a 91..
3- Cfr. “Correo de Comercio”, Buenos Aires, N 15, sábado 9 de junio de 1810, pp. 115 a 119.
4- Cfr. Los plantíos en “Correo de Comercio”, Buenos Aires, N 9, T. 1, sábado 28 de abril de 1810, pp. 63 a 68. Causas de la destrucción o de la conservación y engrandecimiento de las naciones, en ibídem, N 12, T.1, sábado 10 de mayo de 1810, ob. cit.
5- Formación del puerto y pueblo de Ensenada de Barragán, en “Correo de Comercio”, Buenos Aires, N 11, sábado 12 de mayo de 1810, pp. 81 a 83 y p. 88.
BELGRANO Y
La Educación

 
Manuel Belgrano ha sido uno de nuestros próceres que más se ha ocupado por fomentar la educación. Se destaca su labor como secretario del Consulado, a partir de 1794 hasta los sucesos revolucionarios de 1810. Se preocupa por fomentar la agricultura, la industria y el comercio, tendiendo al desarrollo económico, sin descuidar el aspecto social. Para lograr un bienestar, no sólo material sino también a nivel humano, es necesario fomentar la educación, en los diferentes niveles.

En la primera Memoria de mediados de 1796, propicia la creación de una Escuela Práctica de Agricultores y otra de Comercio.
Su profundo idealismo, hace que se sensibilice frente a la situación de los habitantes de la campaña:
“…Esos miserables ranchos donde se ven multitud de criaturas, que llegan a la edad de la pubertad, sin haberse ejercitado en otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último punto. Uno de los principales medios que se deben adoptar a este fin son las escuelas gratuitas, a donde puedan los infelices mandar sus hijos, sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción; allí se les podrán dictar buenas máximas, e inspirarles amor al trabajo, pues en un pueblo donde reine la ociosidad, decae el comercio y toma su lugar la miseria”.
Belgrano propone que los niños aprendan las primeras letras, conocimientos matemáticos básicos junto con el catecismo, para luego ser admitidos por los Maestros menestrales, quienes les enseñarían su oficio, teniendo éstos la obligación de mandarlos a la Escuela de dibujo.
El cuidado de las escuelas gratuitas debía confiarse “a aquellos hombres y mujeres que, por oposición, hubiesen mostrado su habilidad y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible”. El Consulado debía velar sobre “las operaciones de maestros y maestras”, comisionando a tal efecto a dos consiliarios.

Otro punto de importancia era el de la distribución de los establecimientos. Belgrano manifestaba lo siguiente; “Estas escuelas debían ponerse con distinción de barrios, y debían promoverse en todas las ciudades, villas y lugares que están sujetas a nuestra jurisdicción, comisionando para ello a los diputados, y pidiendo auxilio al excelentísimo señor virrey, a fin de que comunicase sus órdenes para que todos los gobernadores y demás jefes cooperasen a estos establecimientos tan útiles”.

Al estudiar estos proyectos que Belgrano presentara en 1796, al igual que los conceptos que sobre educación expusiera en el Correo de Comercio en 1810, Antonino Salvadores considera a Belgrano como “el verdadero propulsor de la educación, el verdadero padre de la escuela primaria argentina, pues él dio a la revolución la fórmula concreta de política educacional un cuarto de siglo antes de que Rivadavia iniciase las fundaciones que le han dado justo renombre’’.

Sus ideales tomaron los principios de la Ilustración Española, y siendo Belgrano profundamente católico promovía el estudio del catecismo en las escuelas.

Belgrano también se ocupaba de la educación de las niñas; proponía la creación de escuelas gratuitas para niñas, en donde se les enseñaría a leer, escribir, bordar, coser, etc., para combatir en ellas la ociosidad, y hacerlas útiles en su hogar, y permitirles ganarse la vida en forma decorosa y provechosa.

Para dar ocupación a las gentes pobres y especialmente a los niñas, Belgrano señalaba la utilidad de escuelas de hilar lanas. Recordemos que hilanderas y tejedoras eran oficios considerados “mujeriles”.

La prédica de Belgrano a favor de la difusión de la instrucción y educación pública como esencial para el fomento de la industria y riqueza, nos recuerda los discursos de Campomanes.

Belgrano también se ocupó del fomento del comercio y para difundir los nuevos principios y prácticas en la materia, proponía la creación de una Escuela de comercio. Comprendía una serie de materias que puede llamarse el ciclo matemático a saber: aritmética, llevar la cuenta y tener los libros y el cálculo y regla de cambio. El ciclo jurídico comprendía; reglas de la navegación mercantil, los seguros, modo de establecer la correspondencia mercantil, las leyes y costumbres usadas entre negociantes, etc. Por último señala las dos asignaturas esenciales del ciclo que podría llamarse económico; “los principios generales de la geografía y las producciones de que abundan o escasean los países”. Los orígenes de las Facultades de Agronomía y de Ciencias Económicas se encuentran en los planes de estudios que proyectara Manuel Belgrano. Asimismo fomenta la enseñanza técnica, enemiga del verbalismo y la rutina. 1

Belgrano para mejorar el desarrollo del comercio, proponía una compañía de seguros tanto para el comercio marítimo como para el terrestre, la necesidad de cuidar de caminos, muelles, y la erección de una Escuela de Náutica, “sin cuyos principios nadie pudiese ser patrón de lancha en este río. La utilidad y ventaja que proporcionará este establecimiento, aún para los que no quieren seguir la carrera de navegación, no será bien ponderada jamás, ni yo puedo hacerla ver más claramente que llamando la atención de V.V.S.S. a los progresos que han hecho los jóvenes en las innumerables escuelas que de estos principios tiene”.

El vasto plan que Belgrano proponía en la Memoria de 1796, abarcaba la creación de escuelas de agricultura, dibujo, arquitectura, primarias para niñas, de hilazas de lana, comercio y náutica. Sólo pudo ver realizada una mínima parte de su programa; la creación de escuelas de dibujo y náutica.

La escuela de geometría, arquitectura, perspectiva y todas las demás especies de dibujo contaría con el profesor Juan Antonio Gaspar Hernández y fue inaugurada el 29 de mayo de 1799. La Academia no iba a tener larga vida. Por orden real de 4 de abril de 1800, se manifestaba al Consulado que no se dispondría de dinero para mantenerla.

A pesar de ello, el Consulado pretendió seguir sosteniendo la Academia, pero sin éxito, y por otra Real Orden del 26 de julio de 1804 fue finalmente clausurada.

La Academia de Náutica comenzó a funcionar el 25 de noviembre de 1799, bajo la dirección de Pedro Antonio Cerviño. Los cursos de la Academia, de una duración de cuatro años, abarcaban el estudio de la aritmética, geometría, trigonometría plana y esférica, álgebra, dibujo, hidrografía, principios de mecánica, geografía y navegación. Si bien Belgrano seguía con interés la marcha del instituto, ésta cerró sus puertas al producirse la primera invasión inglesa en 1806.

Es constante el interés de Belgrano por fomentar la educación, pero lamentablemente la crisis política de la época hizo que muchos de sus proyectos no pudieran realizarse.

En 1813, la Asamblea Constituyente, a raíz de la victoria de Salta, dona a Belgrano la cantidad de 40.000 pesos. Este los destina a la fundación de cuatro escuelas; en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, y elabora un Reglamento, que debía regir en las mismas. Belgrano presentó a consideración del gobierno el Reglamento.

EL reglamento disponía en su artículo primero que se destinaba a cada una un capital de 10.000 pesos, cuya renta de quinientos pesos costearía el sueldo del maestro de cuatrocientos pesos, y los útiles y libros de los niños de padres pobres, si resultaba un sobrante, se destinaba a premios de estímulo.

Las escuelas quedaban bajo la protección y vigilancia de los ayuntamientos; la provisión de cargo de maestro se hacía por oposición, debiéndosele dar cuenta a Belgrano de su resultado, para hacer el nombramiento, función que pasaría a su muerte al Cabildo.
Es importante ver la consideración que recibía el maestro. En el artículo 8 se disponía que en las principales ceremonias se le debía dar “asiento al maestro en cuerpo de Cabildo, reputándosele como Padre de la Patria”. En el artículo 18 se establecía; “El maestro procurará con su conducta, y en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus alumnos amor al orden, respeto a la Religión, consideración y dulzura en el trato, sentimiento de honor, amor a la virtud y a las ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, despego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano que la de Extranjero”.

En otros artículos Belgrano reglamentaba lo pertinente al régimen interno de las escuelas, la distribución del tiempo, y las recompensas a conceder a los mejores alumnos. En relación a los castigos, se autorizaba a aplicar azotes en casos graves, no pudiendo pasar de doce y “haciéndolo esto siempre separado de la vista de los demás jóvenes”. En el artículo 19, recomienda que los niños se presentaran correctamente, y que “no se permitiera que nadie use lujo, aunque sus padres puedan y quieran costearlo”.

Este reglamento refleja el interés de Belgrano por la educación, aún en tiempos de guerra. El mismo fue conocido en Buenos Aires en julio de 1813 e influyó en la formación de los reglamentos de la provincia, pero especialmente tuvo una influencia decisiva en el reglamento de las escuelas de Córdoba del 10 septiembre de 1813.

Podemos decir que Manuel Belgrano se interesó por la educación en los distintos niveles, ya sea primario como terciario, y fue un precursor en fomentar la educación femenina, para que ésta gracias a la educación pudiera tener una mayor participación social.
SUS ENFERMEDADES
Belgrano y sus enfermedades

 
A lo largo de su vida, Belgrano padeció distintas enfermedades. Estas permiten valorizar al ser humano que supo sobreponerse a las mismas y cumplir con sus obligaciones civiles y militares. Es conmovedor saber que en vísperas de la Batalla de Salta, y al amanecer de ese mismo días, 20 de febrero de 1813, Belgrano tuvo vómitos de sangre. Se pensó que tendría que dirigir la batalla desde un carruaje, que se conserva en el Museo Histórico de Luján, posteriormente los vómitos cesaron y Belgrano pudo montar a caballo, y recorrer todo el frente de batalla. El general Paz ratifica el episodio en sus Memorias Póstumas. (1).

No existen antecedentes patológicos en la infancia y la adolescencia de Belgrano. Su patología comenzó con el retorno al país en 1794, cuando se hizo cargo de su función de secretario del Consulado. Siendo secretario del Consulado tuvo que enfrentar grandes desilusiones, como él mismo lo consigna en su Autobiografía: ”no puedo decir bastante mi sorpresa cuando conocí a los hombres nombrados por el Rey para la Junta, quienes lejos de cumplir con la misión encomendada, de propender a la felicidad de las provincias del virreinato de Buenos Aires, eran todos comerciantes españoles, exceptuando uno que otro, nada sabían más que su comercio monopolista a saber comprar por cuatro para vender a ocho”. Se consagró a dar realidad a sus ideas pero chocó con una muralla de intereses, con la ambición y el deseo de lucro de los comerciantes. Belgrano impedido de luchar contra el ambiente hostil se desmoralizaba y confiesa que su ánimo se abatió. En esta etapa sus padecimientos fueron de índole espiritual y orgánica. En diferentes oportunidades debió solicitar licencia por verse aquejado de diferentes dolencias. (2)

Una de las enfermedades que padeció fue “el mal de Castilla o de Marsellas”, denominado actualmente blenorragia, enfermedad muy difundida en Europa. Esta la contrajo en su época de estudiante en la Metrópoli. Fue atendido por esta dolencia por los facultativos más prestigiosos que había en Buenos Aires en aquellos tiempos. Estos eran el Doctor Miguel Gorman del Protomedicato, y los licenciados Miguel García de Rojas y José Ignacio de Arocha. Esta enfermedad lo obligó a solicitar repetidas licencias siendo secretario del Consulado y a concurrir a Maldonado, donde residió algún tiempo, al igual que en la Costa de San Isidro, en procura de descanso, logrando una moderada mejoría. Para su tratamiento le fueron suministrados sales y iodo. (3)

También es posible, como lo señala Molinari, en su trabajo, que padeciera alguna afección reumática, tan frecuente en nuestros climas. La reunión de ambas afecciones, sífilis y reumatismo, podría ser la causa que lo obligara a mudar de país a otro más adecuado, según se lo recomendaban los facultativos.

En 1800 Belgrano padeció una afección ocular, un principio de fístula en ambos conductos lagrimales. (4) Por épocas la supuración se intensificaba y le impedía trabajar. Enterado de esta dolencia el Rey lo invitó a que pasase a España a curarse. Le concedía licencia por un año con goce de sueldo. Belgrano rechazó el ofrecimiento, firme en su convicción de anteponer su patria a su persona y enfermedades.
La supuración se transformó en fístula, que mejoró pues llegó a ser casi imperceptible según el testimonio de Balbín y el retrato de Goulu. (5)
Estando en el Ejército del Norte sufrió distintos padecimientos. Ya mencionamos los vómitos de sangre que padeció previo a la batalla de Salta. Se supone que provienen del aparato digestivo, porque tienen una iniciación y una terminación bruscas, en oposición a la hemoptisis, sangre proveniente del aparato respiratorio, en que la duración es más prolongada.

Posteriormente durante sus campañas militares, según Molinari, volvieron a repetirse los vómitos de sangre. Ello se debe a las tensiones emocionales que se viven frente a una batalla, acrecentadas por la responsabilidad de dirigir la acción. Algunos autores afirman que los vómitos de sangre que tuvo Belgrano se debieron a una úlcera de stress, que curó bien, no pasó a la cronicidad y por lo tanto no se halló en la autopsia. (6).

Otra de las enfermedades que padeció fue el paludismo. Con fecha 3 de mayo de 1815, el héroe envió una comunicación al gobierno en la que manifestaba: “Estoy atacado de paludismo-fiebre terciana, que me arruinó a términos de serme penoso aún el hablar; felizmente lo he desterrado y hoy es el primer día, después de los doce que han corrido que me hallo capaz de algún trabajo.”(7)

En estas condiciones físicas efectuó Belgrano la campaña del Altiplano, a la que debe agregarse el factor anímico descripto por el mayor Loza quien señaló: “que la salud de Belgrano es un elemento que debe tenerse en cuenta, su espíritu estaba amargado por la continuas exigencias del gobierno y decaído por las rivalidades y ambiciones de los jefes de los cuerpos”. (8)

Como tratamiento del paludismo se empleaba la quina, planta oriunda de América, y Belgrano la utilizó según consta en su correspondencia.
En todo el periplo por el Altiplano y el viaje a Buenos Aires le acompañó su gran amigo y abnegado médico, el Doctor Joseph Readhead.
En el año 1815 fue comisionado conjuntamente con Bernardino Rivadavia para realizar una gestión diplomática en Inglaterra. Según Cutolo llegó enfermo a Londres. Posteriormente a esta cita no se encuentra referencia alguna respecto a su enfermedad. (9)

La curación del paludismo se debió a que tomó la quina y se apartó de la zona de endemia. La enfermedad duró desde la Batalla de Salta, en 1813, hasta la misión cumplida en Inglaterra., prácticamente dos años, que es el lapso que se estimaba tardaba en aquella época curarse de esa afección.

Asimismo, el general Belgrano sufrió padecimientos gástricos, se indigestaba con facilidad, es decir tenía una dispepsia que significa digestión difícil. En el caso de Belgrano se trató de la forma hiposténica, que se debe a un déficit de jugos digestivos. Esta afección se vio agravada por las duras condiciones que debió soportar en las campañas militares, donde en algunas circunstancias llegó a escasear la alimentación.
Entre 1815 y 1818 no se han hallado referencias patológicas. Las referencias aparecen a partir de 1819. Mitre en la gran biografía que realizó del prócer, resalta la disminución psicofísica de Belgrano, diciendo que sus enfermedades “son del cuerpo y el espíritu”. No obstante sus padecimientos de salud, Belgrano aceptó su designación como Jefe del Ejército del Litoral. En su fuero interno le causaba repulsa la lucha entre hermanos. La primera referencia a su enfermedad, que al año siguiente le llevará a la tumba, está consignada en una carta que desde la Posta de la Candelaria, escribió el 7 de abril de 1819, al Coronel Ignacio Alvarez Thomas, en la que le manifestaba estar afectado del pulmón y del pecho, y además del muslo y pierna derechos, por lo cual lo tenían que ayudar a desmontar. (10)

Esta primera referencia a su mal al pecho y el pulmón, la ratificará un año después en nota que dirigió a Manuel de Sarratea, Gobernador de Buenos Aires, el 13 de abril de 1820, en la cual especifica que “su enfermedad comenzó el 23 de Abril de 1819”. (11)

Las duras condiciones que debió soportar no favorecieron para nada su cura. En mayo de 1819 se instaló en Cruz Alta, localidad situada al sur de la Provincia de Córdoba, donde vivió en un mísero rancho, sin ningún tipo de comodidades, debiendo soportar la humedad y el frío.
Al acercarse la primavera el ejército se trasladó a la Capilla del Pilar, sobre el Río Segundo, nueve leguas distante de Córdoba. La gravedad de la dolencia de Belgrano, obligó a que lo atendiera el facultativo Doctor Francisco de Paula Rivero, quien diagnosticó una “hidropesía avanzada”. A pesar de su enfermedad Belgrano no aceptó acompañar al gobernador de Córdoba, Doctor Manuel Antonio de Castro, hasta la ciudad de Córdoba, para ser atendido como merecía. Fueron sus palabras: “La conservación del ejército pende de mi presencia; sé que estoy en peligro de muerte, pero aquí hay una capilla donde se entierran los soldados y también se puede enterrar a un General”.

Finalmente sus males se agravaron y el 11 de septiembre entregó el mando al general Francisco Fernández de la Cruz y partió hacia Tucumán, con la esperanza de mejorar allí su salud al cambiar de temperamento.

Llegó muy grave a Tucumán, y en esa ciudad no sólo no encontró alivio sino que debió soportar vejámenes. El 11 de noviembre estalló un movimiento que derrocó al Gobernador don Feliciano de la Motta. El jefe del levantamiento fue el Capitán Abraham González, quien intentó colocarle una barra de grillos a Belgrano, quien se encontraba enfermo y con graves edemas. No pudo realizar su propósito por la enérgica y decidida acción del Doctor Redhead, médico y amigo del prócer. Pero Belgrano quedó detenido, con un centinela que montaba una guardia en la puerta.

Cuando Bernabé Araoz se hizo cargo del gobierno lo puso en libertad. El prócer permaneció tres meses en Tucumán, teniendo como únicos amigos a su médico Josef Redhead y a Balbín. Finalmente, Belgrano tomó la decisión de irse a Buenos Aires.

En todo el trayecto no recibió hospitalidad por parte del estado. Le negaron auxilio los gobernadores Ibarra de Santiago del Estero y Díaz de Córdoba. El desprecio y la indiferencia se ensañaron de nuestro héroe en las etapas finales de su vida. La gente olvidó a una de las glorias más puras, junto con el General José de San Martín, de la independencia americana.
En 1820 se produjo la caída del Directorio, el nacimiento de Buenos Aires como provincia federal, y un período de crisis en el cual se alternaron distintos gobernadores. Belgrano falleció el 20 de junio de 1820 a las 7 horas. Le practicaron la autopsia y lo embalsamaron los doctores Joseph Redhead y Juan Sullivan. De acuerdo a su deseo fue amortajado con el hábito domínico y enterrado en el atrio de la Iglesia de Santo Domingo.

El patólogo Sullivan señalaba que sacó gran cantidad de agua; que encontró un tumor duro en el epigastrio derecho; el hígado aumentado en volumen, al igual que el bazo; los riñones desorganizados, los pulmones colapsados, el corazón hipertrofiado. La descripción parece coincidir con el diagnóstico de un carcinoma hepatocelular; un tumor de gran tamaño, con nódulos en la superficie, tejido duro por la cirrosis portal que suele asociarse; ictericia y ascitis; la gran cantidad de líquido que extrajo Sullivan indicaría la invasión neoplásica de la vena portal. Otros autores nos hablan de una cardiopatía orgánica total como causa de la muerte del prócer. (12)

Más allá del sufrimiento que experimentó Belgrano en esta cruel agonía, podemos rescatar al fidelidad del Doctor Redhead, quien cumplió con el sentido misional de la medicina, expresado en una sentencia: “Curar cuando se puede, aliviar a veces, pero consolar siempre”. Redhead recibió como testimonio de gratitud del prócer el reloj y el carruaje que en vida acompañaron a Belgrano, quien al darle el obsequio expresó: “Estoy tan pobre que no tengo nada más para regalarle”.

Belgrano no sólo fue el precursor de la gesta de mayo e iniciador de la empresa de la emancipación americana, sino también un héroe y mártir de la argentinidad. (13).
1-Véase: Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, Belgrano. Semblanza, enfermedades, obra. Monte Grande, 1989, p. 36.
2-Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 30 y Bartolomé Mitre, Historia del General Belgrano y de la Independencia Argentina, Buenos Aires, 1988, t.I, p. 59.
3-José Luis Molinari, Belgrano Manuel. Sus enfermedades y sus médicos. En: Historia, n 20, 1960, p.p. 100-101.Citado por: Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 33.
4-José Luis Molinari, op. cit., p. 104, citado por Mario S. Dreyer, Horacio E.Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 34.
5-José Celedonio Balbín, Anales de Belgrano, T. I, p. 255, citado por Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 38.
6-Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 38.
7-Archivo de Belgrano, T. IV, p. 121 y José Luis Molinari, op. cit. P. 106, citados por Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 39.
8-Emilio Loza, La guerra terrestre 1814-1815, Academia Nacional de la Historia, Historia de la Nación Argentina, T. IV, 1 Sección, p. 129. Citado por Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 39.
9-Vicente Cutolo, Diccionario, p. 373, citado por Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit., p. 41.
10-Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo y Laureano R.A.García Dadoni, op. cit., p. 43.
11-Mario Belgrano, Historia de Belgrano, p. 361, citado por Mario S. Dreyer, Horacio E. Timparo, op. cit., p. 43.
12-Arturo Ricardo Yungano, Testamento y muerte de Manuel Belgrano. En: I Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la patria. Buenos Aires, Manrique Zago ediciones, 1995, p. 95.Véase Mario S. Dreyer, Horacio E. Timpano y Laureano R.A. García Dadoni, op. cit..
13-Mario S. Dreyer, Horacio E.Timparo y Laureano R.A.García Dadoni, op. cit., p. 85 y Francisco Mario Fassano, cuyo título de su libro es Belgrano: Precursor, héroe y mártir de la argentinidad.
 MAXIMAS Y PENSAMIENTOS
A quien procede con honradez, nada debe alterarle. He hecho cuan­to he podido y jamás he faltado a mi palabra.
Belgrano considera que es necesario fomentar el comercio interior, ya franqueando los caminos que no son conocidos o transitados, ya facilitando el cultivo, consumo y extracción de varios frutos del país, y adelantando la fábrica de sus manufacturas; pues cree que por estos medios recobrarán sus primeras enseñanzas, tomará vigor el Estado, se aumentarán notablemente los recursos y se desterrará la ociosidad tan común en nuestro suelo.
Belgrano indica al Gobierno la necesidad de circular oficios a los Cabildos, ordenándoles que propongan los medios de fundar varios establecimientos necesarios para la educación de los jóvenes, ramo el más preciso y el más abandonado por infelicidad nuestra, para el aumento de la población y remedio de las necesidades generales de estos habitantes, como son las escuelas públicas, boticas y médicos dotados en todas las ciudades, buscando los arbitrios menos onerosos y más compatibles con las actuales urgencias del Estado.
Belgrano no tiene dudas de que todos estamos obligados a concurrir en proporción a sufragar los gastos públicos, y respecto de que el gobierno debe usarlos con un orden de igualdad sin permitir que jamás quede exhausto el fondo de la Patria.
Belgrano señala la necesidad de la integridad territorial al franquearse la comunicación directa entre las ciudades del Interior y el Paraguay.
“Bien puede pesarle a todos los demonios, pero en mí no tendrán jamás cabida”.
“Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de los siglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquellos que han puesto el cimiento a alguna obra benéfica a la humanidad”.
“Desengañémonos: jamás han podido existir los estados luego que la corrupción ha llegado a pesar las leyes y faltar a todos los respetos; es un principio inconcuso que en tal situación todo es ruina y desolación, y si eso sucede a las grandes naciones ¿qué no sucederá a cualquiera de los ramos que contribuyen a su existencia?”.
“Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vida”.
“Deseo que todos sepan el bien para alegrarse, y el mal para reme­diarlo, si aman a su patria; así que nada oculto ni ocultaré jamás”.
“El amo viejo o ninguno”, dijo en relación a las Invasiones Inglesas.
“El camino seguro de la libertad es la lucha por la libertad social”.
“El honor y el premio son los resortes para que no se adormezca el espíritu del hombre”.
“El miedo sólo sirve para perderlo todo”.
“El modo de contener los delitos y fomenta, las virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente”.
“En mis principios no entra causar males sino cortarlos”.
“En vano los hombres se empeñan en arrastrar a su opinión a los demás, cuando ella no está cimentada en la razón”.
“Era preciso corresponder a la confianza del pueblo, y me contraje al desempeño de esta obligación, asegurando, como aseguro, a la faz del universo, que todas mis ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular, por más que me interesase: el bien público estaba a todos instantes ante mi vista”. (Vocal de la Primera Junta de Gobierno).
“Es casi general la opinión de la monarquía constitucional. Han perdido casi totalmente el campo los del republicanismo”.
“Esta paz tan estimable se compra al duro precio de la sangre y de la muerte”.
“Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos eco­nómicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizada su feraci­dad y holgando su industria”.
“Estoy muy acostumbrado a contrastes y más espíritu tengo en ellos que en las prosperidades; me ocurre siempre en éstas que después del buen tiempo viene el malo y en éste que ha de venir aquél”.
“Fundar escuelas es sembrar en las almas”.
“La agricultura es la madre fecunda que proporciona toda las materias primeras que dan movimiento a las artes y al comercio”.
“La ciencia del comercio no se reduce á comprar por diez y vender por veinte; sus principios son más dignos, y la extensión que comprenden, es mucho más de lo que puede suceder á aquellos que, sin conocimientos, han emprendido sus negociaciones, cuyos productos, habiéndoles deslumbrado, los han persuadido de que están intelegenciados en ellos”.
“La guerra, allí, no sólo ha de hacer usted con las armas, sino con la opinión, afianzándose siempre en las virtudes naturales, cristianas y religiosas; pues los enemigos nos han hecho famas de herejes ...” Carta de Belgrano al General San Martín, Santiago del Estero, 6 de abril de 1814.
“La naturaleza nos anuncia una mujer: muy pronto va a ser madre, y presentarnos conciudadanos en quienes deben inspirar las primeras ideas, ¿y qué ha de enseñarles, si a ella nada le han enseñado? ¿Cómo ha de desarrollar virtudes morales y sociales, las cuales son las costumbres que están situadas en el fondo de los corazones de sus hijos? ¿Quién ha dicho que esas virtudes son la justicia, la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia, el espíritu, y que estas cualidades son tan necesarias al hombre como de la razón de que proceden? Ruboricémonos, pero digámoslo: nadie...”
“La opinión de los pueblos sólo ha de sostenerse con la justicia. Engañados por el gobierno anterior y sus agentes, no pierden de vista las operaciones del gobierno de Buenos Aires..Son ignorantes por lo común, pero saben muy bien lo que se les debe, y acaso por su mayor ignorancia se consideran acreedores a más de lo que les corresponde”.
“La vida es nada si la libertad se pierde”.
“Las principales causas que han influido al disgusto y desaliento, al menos de los más ilustrados, el que habiendo sido engañados con la máscara de la justicia y habiendo sido expuestos a ser víctimas de la tiranía por la corrupción e intrigas de los que obtuvieron su confianza exigen una prueba más pronta y enérgica para que nadie atente impunemente contra los derechos de los pueblos”.
“Lo que creyere justo lo he de hacer, sin consideraciones ni respetos a nadie”.
“Los gobiernos ilustrados, conociendo las ventajas que prometen el premio y el honor, han echado mano de estos principios motores del corazón humano para todas las empresas”.
“Los hombres no entran en razón mientras no padecen”.
“Me glorío de no haber engañado jamás a ningún hombre y de haber, procedido constantemente por el sendero de la razón y de la justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud”.
“Mis ideas no se apartan de la razón y justicia que concibo, ni jamás se han dirigido a formar partidos, ni seguirlos”.
“Mis intenciones no son otras que el evitar la efusión de sangre entre hermanos”.
“Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”.
“Nada hay más despreciable para el hombre de bien, para el verdadero patriota que goza de la confianza de sus conciudadanos que las riquezas. Estas son el escollo a la virtud, y adjudicadas en premio no sólo son capaces de excitar la avaricia de los demás, sino que parecen dirigidas a lisonjear una pasión abominable en el agraciado”.
“Nada importa saber o no la vida de cierta clase de hombre que todos sus trabajos y afanes los han contraído a sí mismos, y ni un solo instante han concedido a los demás; pero la de los hombres públicos, sea cual fuere, debe presentarse, o para que sirva de ejemplo que se imite, o de una lección que retraiga de incidir en sus defectos”.
“Nadie es más acreedor al título de ciudadano que el que sacrifica sus comodidades y expone su vida en defensa de la Patria”.
“Ni la virtud ni los talentos tienen precio, ni pueden compensarse con dinero sin degradarlos”.
“Ninguna cosa tiene su valor real, ni efectivo en sí mismo, sólo tiene el que nosotros le queremos dar; y éste se liga precisamente a la nece­sidad que tengamos de ella; a los medios de satisfacer esta inclinación; a los deseos de lograrla y a su escasez y abundancia”.
“No busco el concepto de nadie, sino el de mi propia conciencia, que al fin es con la que vivo en todos los instantes y no quiero que me remuerda”.
“No busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la patria”.
“No es lo mismo vestir el uniforme militar, que serlo”.
“No hallo medio entre salvar a la patria o morir con honor”.
“No me olvido de lo útil que sería el establecimiento de escuelas de hilazas de lana, para, igualmente desterrar la ociosidad y remediar la indigencia de la juventud de ambos sexos...”
“Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que' la destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad”.
“Parece que la injusticia tiene en nosotros más abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino”.
“Pero, ¿cómo formar las buenas costumbres, y generalizarlas con uniformidad? ¡Qué pronto hallaríamos la contestación si la enseñanza de ambos sexos estuviera en el pie debido¡ Mas por desgracia el sexo que principalmente debe estar dedicado a sembrar las primeras semillas lo tenemos condenado al imperio de las bagatelas y de la ignorancia...”
“Propone la educación pública de la mujer: “...vivero de las buenas madres, buenas hijas de familia, buenas maestras...”
“Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justi­cia es sólo para aquellos”.
“Que nos entristezcamos o nos alegremos, la mano que todo lo diri­ge, no por eso va a variar: esta es una verdad evangélica”.
¿Qué otra cosa son los individuos de un gobierno, que los agentes de negocios de la sociedad, para arreglarlos y dirigidos del modo que conforme al interés público?
“Quiero volar, pero mis alas son chicas para tanto peso”.
“Renuncio a mi sueldo de vocal de la Primera Junta de Gobierno por que mis principios así me lo exigen”.
“Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, pro­piedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido”.
“Se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les ense­ñará la doctrina cristiana, a leer, a escribir, coser, bordar, y principal­mente inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres”.
“Se respetarán los usos, costumbres y aun preocupaciones de los pueblos; el que se burlare de ellos, con acciones, palabras y aun con gestos será pasado por las armas” (Bando de Belgrano en su entrada en el Alto Perú).
“Si es cierto, como lo aseguran todos los economistas, que la repartición de las riquezas hace la riqueza real y verdadera de un país, de un Estado entero, elevándolo al mayor grado de felicidad, mal podrá haberla en nuestras provincias, cuando existiendo el contrabando y con él el infernal monopolio, se reducirán las riquezas a unas cuantas manos que arrancan el jugo de la patria y la reducen a la miseria”.
“Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos”.
“Sirvo a la patria sin otro objeto que el de verla constituida, ése es el premio al que aspiro”.
“Todas las Naciones cultas se esmeran en que sus materias primeras no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no solo el darles nueva forma, sino aun atraer las del Extranjero para ejecutar lo mismo, y después vendérselas...”
“Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad, no incertidum­bre; método, no desorden; disciplina, no caos; constancia, no improvi­sación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia”.
“Un pueblo culto nunca puede ser esclavizado”.
“Yo no sé más que hablar la verdad y expresarme con franqueza: esto me lo he propuesto desde el principio de la revolución y he seguido y seguiré así”.
En la confección de este tema se han consultado diferentes obras belgranianas, tales como: Libro Copiador de Notas del Ejército Auxiliar del Perú. Buenos Aires, Coni, 1910, t. III; Correo de Comercio; Autobiografía; Memorias Consulares; Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano. Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, tomos I al IV; Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria. Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995.
 PROMESA A LA BANDERA
PROMESA A LA BANDERA NACIONAL ARGENTINA
(Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires)
Resolución Nº 876 (15-06-1999)
Esta es la Bandera que creó Manuel Belgrano en los albores de nuestra libertad, simboliza a la República Argentina, nuestra Patria.
Es el símbolo de los valores que los fundadores de la nacionalidad defendieron y promovieron con sus luchas y sus sacrificios, triunfos y derrotas. Esos valores son los de la libertad, la tolerancia, la justicia, la paz y la solidaridad.
Es el símbolo de nuestra libre soberanía, que hace sagrados a los hombres y mujeres y a todos los pueblos del mundo. Convoca el ejercicio de nuestros deberes y nuestros derechos, a respetar las leyes y las instituciones.
Es la expresión de nuestra historia forjada con la esperanza y el esfuerzo de millones de hombres y mujeres, los que nacieron en nuestra tierra y los que vinieron a poblarla al amparo de nuestra bandera y nuestra Constituciòn.
Representa nuestra tierra y nuestros mares; nuestros ríos y bosques, nuestros llanos y montañas, el esfuerzo de sus habitantes, sus sueños y realizaciones.
Simboliza nuestro presente, el que día a día debemos constituir la democracia que nos ennoblece y conquistar el conocimiento que nos libera; y nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de las sucesivas generaciones de argentinos.
Alumnos:
¿Prometen defenderla, respetarla y amarla, con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos libres y justos, aceptando solidariamente en sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y transmitiendo, en todos y cada uno de nuestros actos sus valores permanentes e irrenunciables?
Los alumnos contestarán: SI, PROMETO
PROMESA DE LEALTAD A LA BANDERA
Alumnos: la Bandera blanca y celeste –Dios sea loado- no ha sido jamás atada al carro triunfal de ningún vencedor de la tierra.
Alumnos: esa bandera gloriosa representa la patria de los argentinos. Prometéis rendirle vuestro más sincero homenaje; quererla con amor intenso y formarle desde la aurora de la vida un culto fervoroso e imborrable en vuestros corazones; preparaos desde la escuela para practicar a su tiempo con toda pureza y honestidad las nobles virtudes inherentes a la ciudadanía; estudiar con empeño la historia de vuestro país y la de sus grandes benefactores a fin de seguir sus huellas luminosas y a fin también de honrar a la Bandera y de que no se amortigüe jamás en vuestras almas el delicado y generoso sentimiento de amor a la Patria.
En una palabra, prometéis hacer todo lo que esté en la medida de vuestras fuerzas para que la Bandera Argentina flamee por siempre sobre nuestras murallas y fortalezas, a lo alto de los mástiles de nuestras naves y a la cabeza de nuestras legiones y para que el honor sea su aliento, la gloria su aureola, la justicia su empresa.
Los alumnos puestos de pie y extendiendo el brazo derecho hacia la bandera, contestarán: Si, Prometo
Nueva fórmula para la Promesa de Lealtad o Fidelidad a la Bandera Nacional, compuesta por la señora Inspectora Jefe de la Región IV, María M. Lanfranco estrenada en la provincia el 20 de junio de 2003
El Presente: reflexiones sobre la realidad (propuesta para anticipar el porvenir)
Cabe preguntarse ahora con nuestros alumnos el significado que cobra en nuestro tiempo, signado por profundos y vertiginosos cambios y grandes contrastes, el respeto y la comprensión de los valores individuales y grupales que conviven en la sociedad encarnando los ideales de libertad, justicia e independencia.
El desafío de la escuela será propiciar la investigación de la diversidad de cambios históricos que favorezcan las explicaciones multicausales, el análisis y conexión entre los aspectos económicos, sociales, culturales y políticos, que dan orígen a la Argentina de nuestros días y puedan reconceptualizar los valores constructores de la Nación.
Es una necesidad fortalecer los sentimientos de pertenencia e identidad nacional en un mundo cada vez más globalizado, recuperando la memoria colectiva y los valores de los hechos que ayudaron a construirla.
Para ello es necesario también contribuir al análisis críticos de los valores y actitudes necesarios para favorecer los procesos de integración nacional, con respeto por los valores democráticos y los derechos humanos.
Una Promesa:
En este marco nutriéndonos de nuestro pasado, y en vistas de un porvenir que deberemos construir a partir de este complejo presente, es que surge como símbolo la necesidad de recontextualizar la Promesa a la Bandera como acto de promisión que se compromete con la acción. Una acción que reconoce en su creador la lucha por los ideales de liberación, trabajo y desarrollo:
Niños y Niñas:
Esta Bandera gloriosa representa a la Patria de los argentinos.
Ella será nuestra guía y punto de reunión, símbolo de nuestra grandeza.
Que al alzarla el mundo sepa lo que defendemos y sea centinela de la
SoberaníaNacional.
¿Prometen rendirle su más sincero y respetuoso homenaje, quererla con
amor inmensoy llevarla en sus corazones para practicar en su honor los
más altos valores ciudadanos, ayudando a construir una sociedad justa,
pluralista y democrática?.
En una palabra ¿Prometen sostenerla de un modo digno para la unión,
el trabajo,la libertad, la justicia y honrarla con un generoso sentimiento
de honor a la Patria, através del cumplimiento de nuestras obligaciones
hacia Dios y hacia nuestropueblo, para hacer de nuestra nación la
Patria de todos.
Bibliografía:
-Dr. Ernesto J. Fitte. Separata “Anales del Instituto Belgraniano Central” Año 1980.
-Documentos Curriculares. Area Ciencias Sociales

JURAMENTO QUE DEBEN REALIZAR LOS NIÑOS DE 4º GRADO DE LAS ESCUELAS ARGENTINAS


"Alumnos: la Bandera blanca y celeste - Dios sea loado - no ha sido jamás atada al carro triunfal de ningún vencedor de la tierra. Alumnos: esa bandera gloriosa representa la patria de los argentinos. ¿Prometéis rendirle vuestro más sincero y respetuoso homenaje; quererla con amor intenso y formarle desde la aurora de la vida un culto fervoroso e imborrable en vuestros corazones; preparáros desde la escuela para practicar a su tiempo con toda la pureza y honestidad las nobles virtudes inherentes a la ciudadanía; estudiar con sus huellas luminosas y a fin también de honrar a la Bandera y de que no se amortigüe jamás en vuestras almas el delicado y generoso sentimiento de amor a la Patria? En una palabra, ¿prometéis hacer todo lo que esté en la medida de vuestras fuerzas para que la Bandera argentina flamee por siempre sobre nuestras murallas y fortalezas, a lo alto de los mástiles de nuestras naves y a la cabeza de nuestras legiones y para que el honor sea su aliento, la gloria su aureola, la justicia su empresa?"

Los alumnos puestos de pie y extendiendo el brazo derecho hacia la bandera, contestarán: "SI, PROMETO."


Alumnos:Esta es la Bandera que creó Manuel Belgrano en los albores de nuestra libertad, simboliza a la República Argentina, nuestra Patria.Es el símbolo de nuestra libre soberanía, que hace sagrados a los hombres y mujeres y a todos los pueblos del mundo. Convoca el ejercicio de nuestros deberes y nuestros derechos, a respetar las leyes y las intituciones.Es la expresión de nuestra historia forjada con la esperanza y el esfuerzo de millones de hombres y mujeres, los que nacieron en nuestra tierra y los que vinieron a poblarla al amparo de nuestra bandera y nuestra Constitución.
Representa nuestra tierra y nuestros mares, nuestros ríos y bosques, nuestros llanos y montañas, el esfuerzo de sus habitantes sus sueños y realizaciones. Simboliza nuestro presente, en el que, día a día, debemos construir la democracia que nos ennoblece, y conquistar el conocimiento que nos libera; y nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de las sucesivas generaciones de argentinos.

Alumnos:¿Prometen defenderla, respetarla y amarla, con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos libres y justos, aceptando solidariamente en sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y transmitiendo, en todos y cada uno de nuestros actos, sus valores permanentes e irrenunciables?

Los alumnos contestarán: "Sí, prometo".

BELGRANO Y LA ESCARAPELA
“Belgrano regresó del Paraguay, donde realizó una misión diplomática, trayendo la propuesta paraguaya de Confederación y luego se hizo cargo de la Jefatura del cuerpo de Patricios, donde le tocó sofocar con energía el “motín de las trenzas”. Inmediatamente se le encargó fortificar las costas del Paraná, a la altura de Rosario, ante las frecuentes incursiones de la flotilla española centralizada en Montevideo.
El 13 de febrero de 1812, desde Rosario, envió al Triunvirato la nota siguiente: “Excelentísimo señor: Parece que es llegado el caso de que V.E. se sirva declarar la escarapela nacional que debemos usar para que no se equivoque con la de nuestros enemigos y no haya ocasiones que puedan sernos de perjuicio, y como por otra parte observo que hay cuerpos del ejército que la llevan diferente, de modo que casi es una señal de división que, si es posible, debe alejarse, como V.E. sabe, me tomo la libertad de exigir de V.E. la declaración que antes expuse. Dios guarde a V.E. muchos años. Rosario, l3 de febrero de 1812”. 1
Es posible que existiera un acuerdo previo entre Belgrano y Rivadavia, dado que la nota es escrita a sólo tres días de la llegada de Belgrano a Rosario y se refiere a observaciones hechas en Buenos Aires, sin que falte ese “como V.E. sabe” que indicaría un tratamiento anterior del asunto. Este acuerdo previo comprendería a los colores de la escarapela.
Esto lo prueba el oficio de Belgrano dirigido al gobierno del 18 de julio de 1812, donde el creador de la bandera manifestaba: “V.E. mismo sabe que sin embargo de que había en el Exército de la Patria Cuerpos que llevaban la escarapela celeste y blanca, jamás la permití en el que me puso a mandar, hasta que viendo las consequencias de una diversidad tan grande; exigí de V.E. la declaración respectiva.” (1)
(1) Archivo General de la Nación Argentina , La Bandera Nacional. Su origen. Documentos oficiales, Buenos Aires, Guillermo Kraft, documento Nº 16 en V. Mario Quartaruolo , “Los colores de la primera bandera argentina” en Anales Nº 2, Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 1996, p. 70.
Con respecto a los cuerpos que usaban la escarapela celeste y blanca con seguridad se refiere al Estrella o América, cuyo jefe era French y su segundo era Beruti y estaba integrado por los morenistas de la legión infernal. Esos colores se introdujeron a fines de 1810 o comienzos de 1811. (2)
Retomando el hilo de nuestra exposición, el Triunvirato trató la nota de Belgrano en su reunión del 18 de febrero y en esa fecha expidió la respuesta, dándole plena satisfacción: “En acuerdo de hoy se ha resuelto que desde esta fecha en adelante, se haya, reconozca y use, la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declarándose por tal la de los colores blanco y azul celeste y quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían”. Firman Feliciano Antonio Chiclana, Manuel de Sarratea, Juan José Paso y Bernardino Rivadavia. (3)
Según Palombo estos dos campos simbolizan las ideas de unión y libertad. (4) Esta resolución es la primera adopción del blanco y el azul celeste como colores nacionales. Fue comunicada a las autoridades de todas las provincias y, en forma personal, a los tres jefes al mando de fuerzas importantes: Belgrano, Artigas y Pueyrredón. Artigas quedó ligado a esos colores que jamás desaparecerían de sus distintas banderas.
De las respuestas podemos señalar que Azcuénaga, al mando de las fuerzas acantonadas en Buenos Aires, se limita a un simple acuse de recibo. La de Belgrano, fecha en Rosario el 23 de febrero, es la segunda en llegar: “Se ha puesto en ejecución la orden de V.E. fecha del 18 del corriente para el uso de la escarapela nacional que se ha servido señalar, cuya determinación ha sido del mayor regocijo y excitado los deseos de los verdaderos hijos de la Patria de otras declaraciones de V.E. que acaben de confirmar a nuestros enemigos en la firme resolución en que estamos de sostener la independencia de la América”. (5) Belgrano demuestra su sentimiento claramente independentista y americanista, que va más allá de la política seguida por el Primer Triunvirato.
Pueyrredón, jefe del Ejército del Norte, expresa una opinión diferente: “Se hará notorio en el ejército de mi mando la superior orden de V.E. del 18 del mes anterior para que en adelante se use por la tropa de la Patria la escarapela nacional. Si le fuera permitido a mi experiencia representaría con ella la impresión que producen tan nimias innovaciones a unos pueblos que aún no se hallan en estado de gustar de los síntomas de la independencia y se resienten de cualquier inoportuna alteración que conciben en la jurada representación de Fernando VII, mucho más en circunstancias tan críticas de retrogrado y debilidad. Pero V.E. está más al alcance de lo que conviene desplegar, variar y promulgar sin producir por ahora los acuerdos y refrenar los discursos públicos al sumo eminente objeto de la seguridad de la Patria y sin desmentir los principios de nuestra instalación con perjuicio de la opinión y crédito que influyen en los programas del sistema”.

Bibliografía

FERRO, CARLOS A ., H istoria de la Bandera Argentina . Buenos Aires, Depalma, 1991.
INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO , Documentos para la historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV, Buenos Aires, 2003.
PALOMBO, GUILLERMO
“Los orígenes de la Bandera Nacional Argentina, símbolo principal de nuestra soberanía” en Anales Nº 9, Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 2000.
Documentos para la historia de la Bandera Argentina, Buenos Aires, Instituto de Estudios Iberoamericanos, 2001.
QUARTARUOLO, V. MARIO , “Los colores de la Primera Bandera Argentina” en Instituto Nacional Belgraniano, Anales Nº 2, (2) V. Mario Quartaruolo , “Los colores de la primera bandera argentina”, ob. cit., p. 70.
(3) Archivo General de la Nación , Buenos Aires, República Argentina, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30. Véase también: Instituto Nacional Belgraniano, Documentos para la historia..., t. IV, ob. cit., pp. 420-421.
(4) Guillermo Palombo ; “Los orígenes de la Bandera Nacional Argentina...”, ob. cit., pp. 245-246.
(5) Archivo General de la Nación , Buenos Aires, República Argentina, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30. Véase también: Instituto Nacional Belgraniano , Documentos para la historia..., ob. cit., t. IV, pp. 420-421 y Guillermo Palombo , “Los orígenes de la Bandera Nacional Argentina...”, ob. cit., p. 232.
LA BANDERA NACIONAL
Cronología
Día 13 de febrero de 1812 : Belgrano oficia al gobierno proponiendo la adopción de una escarapela nacional para los soldados de la patria.
Día 23 de febrero de 1812 : se pone en uso la escarapela nacional.
Día 27 de febrero de 1812 : Belgrano enarbola en las barrancas del río Paraná (Rosario) por primera vez la Bandera Nacional, informando al gobierno: “Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, mandela hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la Escarapela Nacional. Espero que sea de la aprobación de V.E.”
Día 3 de marzo de 1812 : el gobierno desaprueba la creación de la nueva bandera, jaqueado por la situación política internacional.
Día 23 de agosto de 1812 : Primer embanderamiento con los colores celeste y blanco que ocurrió en la Iglesia de San Nicolás de Bari donde se celebró un oficio religioso para festejar el aplastamiento de la conjuración de Alzaga con asistencia de algunos triunviros, entre ellos Azcuénaga. La torre de la Iglesia de San Nicolás y un tablado a sus pies aparecieron adornados con siete banderas bicolor (celeste y blanco).
Día 5 de octubre de 1812 : Beruti en sus “Memorias curiosas”, dejó asentado “… que el 5 de octubre, cuando en esta capital se difundió la noticia de la victoria de Tucumán, a la puesta del sol se arrió la bandera rojo y gualda del Fuerte y en la misma asta se izó un gallardete celeste y blanco, que dominaba a la insignia amarilla y encarnada que quedaba debajo”.
Día 20 de febrero de 1813 : ondea por primera vez en una batalla la Bandera de la patria, de acuerdo a lo vaticinado por el héroe cuando se lo desautorizó por haberla enarbolado en sus baterías del Rosario: “La guardaré silenciosamente para enarbolarla cuando se produzca un gran triunfo de nuestras armas”. Y ello había ocurrido en Tucumán el 24 de setiembre de 1812 con las tropas a su mando.
Día 13 de febrero de 1813 : después de cruzar el río Pasaje (hoy Juramento) el Ejército del Norte, que ha triunfado en Tucumán, jura obediencia a la Asamblea del Año XIII en presencia de la bandera celeste y blanca, sostenida por el Barón de Holmberg.
Día 27 de abril de 1813 : la célebre Asamblea de ese año resuelve por Decreto que “deberán sustituirse a las Armas del Rey que se hayan fijadas en lugares públicos […], las Armas de la Asamblea tan sólo permanecerán de aquel modo en las Banderas y Estandartes que las tengan”.
Día 25 de mayo de 1813 : en ocasión de celebrarse el aniversario de la Revolución, el gobierno volvió a ser asaltado por las dudas y optó por una solución intermedia. No usar la vieja bandera hispánica porque era afrentar al pueblo, ni tampoco levantar un nuevo pendón, por cuanto podía traer complicaciones con Inglaterra. Un testigo anotó “que ese día no se levantó bandera española en la Fortaleza, pero que se hicieron salvas”.
Día 16 de octubre de 1813 : el Gobernador de Montevideo Don Gaspar de Vigodet, ofició a su Ministro en España: “Nos enteramos que los rebeldes de Buenos Aires han enarbolado un pabellón con listas azul celeste a los costados y uno blanco en medio”.
Día 17 de abril de 1815 : sucede algo trascendental en los anales patrios, Beruti, en sus Memorias asienta con verdadera emoción: “Este nuevo día amaneció […] puesta en el asta de la Fortaleza, la Bandera de la Patria, celeste y blanca, primera vez que en ella se puso, pues hasta entonces no se ponía otra sino la española cuya bandera la hizo poner el Comandante de la Fortaleza, que el día antes fue nombrado para su cuidado y defensa, el Coronel Luis Beruti, con lo cual entusiasmó sobremanera el pueblo en su defensa, y desde este día ya no se pone otra sino la de la Patria”. Esa fecha (dice el doctor Ernesto Fitte) es una jornada a señalar. La insignia nacional nació a la luz del pueblo un 17 de abril de 1815, como culminación de un largo proceso.
Día 20 de junio de 1816 : habría de ser el Congreso de Tucumán quien pondría fin al angustioso problema, sancionando la ley por la cual se acuerda a la bandera celeste y blanca, el carácter de distintivo nacional. El diputado Gascón fue el que mocionó en ese sentido (aprobado por unanimidad) y el día 25 de dicho mes se aprobó el texto completo, redactado por el Secretario Serrano y que fue aprobado sin modificaciones. Decía así: “Elevadas las Provincias Unidas en Sud América al rango de una Nación, después de la declaratoria solemne de su independencia, será su peculiar distintivo la bandera celeste y blanca de que se ha usado hasta el presente, y se usará en lo sucesivo en los ejércitos, buques y fortalezas, en clase de bandera menor, ínterin decretado al término de las presentes discusiones la forma de gobierno más conveniente al territorio, se fijen conforme a ello los jeroglíficos de la bandera nacional mayor”.
Setiembre de 1816 : Un gran acuarelista inglés Emeric Essex Vidal, desde la borda de la fragata inglesa “Hyacinth”, pintó una acuarela de gran valor artístico, donde se ve a pleno color la insignia azul y blanca tremolando en la torre del Fuerte de la ciudad.
Día 25 de febrero de 1818 : En cuanto al pabellón nacional, se planteó el problema que, como los mismos colores celeste y blanco de éste, componían también los estandartes o guiones que acompañaban a los generales al entrar en campaña, era conveniente añadir una marca o particularidad que determinase el significado de una u otra divisa. Consiguientemente, en esa fecha, el Diputado Chorroarín, a través de un dictamen que le fuera encomendado, opinó que “conservándose los colores [...] en el modo y forma hasta ahora acostumbrado, se añadiese […] a la bandera de guerra un sol pintado en medio de ella. Igual temperamento habría de seguir con la bandera directorial, pero en este caso el distintivo sería bordado y caer a la altura del pecho de quien fuese mandatario en ejercicio del cargo”.
Día 16 de marzo de 1818 : el Soberano Congreso dispuso “que la Bandera de Guerra Nacional se componga de tres tiras horizontales; la de en medio blanca, ocupando la mitad, y la alta y baja azules iguales, esto es del quinto de anchura, con un sol en la lista de en medio; y la de los buques mercantes lo mismo sin sol”, según lo que participó el Comandante General de Marina, Don Matías de Aldao, al Capitán del Puerto de Buenos Aires.
CANCIONES PATRIAS
MI BANDERA
Aquí está la bandera idolatrada,
La enseña que Belgrano nos legó
Cuando triste la patria esclavizada
Con valor sus vínculos rompió
Aquí está la bandera esplendorosa
Que al mundo con sus triunfos admiró
Cuando altiva en la lucha victoriosa
La cima de los Andes escaló
Aquí está la Bandera que un día
En la batalla tremoló triunfal
Y llena de orgullo y bizarría
A San Lorenzo se dirigió inmortal
Aquí está como el cielo refulgente
Ostentando sublime majestad
Después de haber cruzado el continente,
Exclamando a su paso: ¡ Libertad!
Libertad, Libertad!
Letra: Juan Chassaing
AURORA
Alta en el cielo, una águila guerrera
audaz se eleva en vuelo triunfal
Azul un ala del color del cielo
Azul un ala del color del mar,
Así en el alta aurora y radial
punta de flecha el áureo rostro imita,
y forma estela al purpurado cuello,
El ala es paño, el águila es bandera.
Es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios,
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios,
Es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios.
Letra: H. C. Quesada y L. Illica
Música: H. Panizza
SU HISTORIA
Aurora es, tal vez, la más conocida y entonada de las canciones dedicadas a la Bandera. Sin embargo, pocos son los que saben el verdadero origen de estos versos.
En 1908, el gobierno nacional encargó una ópera dedicada a exaltar los valores patrios de una joven y pujante nación.
La responsabilidad de crear la partitura recayó sobre el músico ítalo–argentino Héctor Panizza, quien basó el argumento sobre un libreto creado en colaboración por Héctor Cipriano Quesada y Luigi Illica. Este último, creador de los libretos de ópera tales como Tosca, La Bohéme y Andrea Chenier, entre otras.
De este encargo nació “Aurora”, una ópera de estilo italiano, estrenada el 5 de septiembre de 1908, el mismo año en que se inauguró el actual edificio del Teatro Colón. Como era de costumbre en aquellos años, el libreto de la “ópera nacional” estaba íntegramente escrito en italiano.
Los hechos transcurren durante las guerras de la Independencia y narra la historia de un patriota de nombre Mariano que se enamora de Aurora, la hija de un jefe del ejército realista.
Siguiendo una tradición de larga data en el mundo operístico, la pieza tomó el nombre de su protagonista femenino. La noche del estreno el público quedó tan bien impresionado con “La canción a la Bandera” que obligó al tenor Amadeo Bassi a repetir el aria, un hecho pocas veces repetido en los noventa años de vida del Primer Coliseo. “Aurora” se convirtió en la más popular de las óperas argentinas. Sin embargo el hecho que estuviera en italiano, inhibía la posibilidad que “La canción a la Bandera” fuera desconocida por un público masivo.
Así fue que en 1945 Josué Quesada se encargó de transcribir al castellano lo que su padre había hecho en la lengua de Dante. Junto con Angel Petitta, tradujeron el libreto y dejaron inmortalizados los versos que todos conocemos.
Esta versión remozada de la ópera se estrenó en la función oficial del 9 de julio de 1945, con la presencia de todas las autoridades nacionales, encabezada por el presidente General Edelmiro J. Farrell y el Coronel Juan Domingo Perón. Tal y como sucedió en el estreno de la versión italiana, el público ovacionó el aria dedicada al pabellón nacional.
Fue en ese mismo año que, por decreto del Poder Ejecutivo, fue incluída dentro del conjunto de canciones patrias. Y a partir de ese momento “La canción a la Bandera”, o simplemente “Aurora” es entonada en actos escolares, al izar y arriar la enseña patria, y se convirtió en el emblema de uno de nuestros símbolos nacionales.
Autor: Ricardo Quesada.
HIMNO A BELGRANO.
I
Paladín de los sacros ideales
A la patria juró siempre honrar
y en la fragua del dogma de Mayo
Fue entusiasta una espada a forjar.
Al blandir ese fúlgido acero
Se animó de pujanza y valor;
Fue un heraldo de luz y grandeza,
Grato nuncio de gloria y honor
IX
Sus hazañas rutilan de gloria
Como el grupo de estrellas del Sud,
Porque nunca tibieza o desmayo
Empañó su espartana virtud
¡Gloria eterna al insigne guerrero,
Que al llevar en sus armas la unión
A otros nobles estados de América,
Sembró el germen de la redención!
II
Llevó el credo en su espada flamígera
Como un genio sublime del bien,
De la Patria creciendo sonriente
Fue baluarte, columna sostén;
Legendaria figura del Plata;
Escudero gentil y gladiador;
Caballero sin tacha y sin miedo,
Un Bayardo de bélico ardor.
X
Cual la bruma otoñal se disipa
Ante el rastro de fúlgida luz,
Desgarró con su estela radiante
De la Patria el sombrío rapaz.
Y el undoso y titánico Plata
Remeciendo con brío el caudal,
Nombra eterno al varón abnegado
Con su ronco laúd de cristal
III
Ese grande y egregio patricio
Fue un apóstol de la redención,
Dirigiendo en honrosa cruzada
Una heroica y altiva legión.
Le dio el recio Pampero su empuje;
Esas rachas del Plata su voz;
Las augustas matronas virtudes,
Y un escudo, las aras de Dios.
XI
Escudó a la Patria querida.
De las zarpas de un fiero opresor.
Y su canto solemne de gloria
Alza el Pueblo Argentino en su honor.
Y al rodar con sus ondas el Plata
Coronado de un regio dosel,
Le dará su fecunda corriente
Lozanía a su verde laurel
IV
Le dio el astro naciente de Mayo
Con sus rayos el patrio fervor,
Y los puros colores etéreos
Como emblema el Supremo Hacedor;
De ese blanco y azul del olimpo
Reflejó su más bello matiz,
Y creó de su mente, Belgrano,
El pendón de la Patria feliz.
XII
¡Gloria al héroe! …. Su gran monumento
Cual sagrario nos llene de fe,
Y, a través de los siglos y siglos
Se contemple triunfante de pie,
Que sabremos honrando a ese genio
Junto al sacro pendón nacional,
Inspirados de nobles ideales
Seguir siempre su estela inmortal
V
En su regio corcel de batalla
Ved, el prócer de brazo viril,
Como ondea gallardo la enseña
Con semblante animoso y febril.
¡Bajo el pórtico inmenso del cielo
Con sus orlas de ardiente arrebol,
No ha surgido una enseña más pura
A la eterna caricia del sol!
XIII
Hasta edad más remota la Patria ,
Su feliz mausoleo verá.
Y la Gloria surgiendo en su vuelo,
Arrogante al Gran Pueblo dirá:
¡Allí está en su corcel de batalla
Aquel prócer de brazo viril
Ved, cuán bello tremola su enseña
Con semblante animoso y febril
VI
¿Por qué se oyen vibrar los clarines
Y cual trueno retumba el cañón?
Es que juran amar los patriotas
Sus colores: ¡del cielo un jirón!
Ved al héroe: recorre las filas
Imprimiendo la dulce emoción,
Y aquel bosque luciente de aceros
Se estremece por gran sensación.
XIV
Con marcial apostura el guerrero
Radiará en su piafante corcel
A un redoble de roncos tambores,
Mientras forma el empíreo un dosel…
Jubiloso este Pueblo Argentino
Con la insignia que hiciera jurar,
Irá siempre, los días de gloria
En tributo de amor a loar
VII
Abandonan sus tristes hogares,
Pues, la Patria ha lanzado un clamor,
Y, a los campos de guerra con brío
Marchan todos al son del tambor…
¡A los aires tremola su emblema;
Ya se sienten las dianas tronar,
Porque a un choque de férreos titanes
Va entre polvo el realista a rodar!
XV
Primorosas y alegres vestales
Que arropadas de azul y albor,
A su pie con las manos de jaspe
Deshojáis en ofrenda una flor:
¡Arrancad de las cuerdas temblosa;
Los arpegios por su alta virtud.
Que el insigne patriota ha creado
Vuestra insignia de honor! ¡Gratitud!
VIII
Tucumán y Las Piedras y Salta
Nos recuerdan el eco marcial,
Con sus labios de luz a Victoria
Besó ardiente la espada triunfal…
Y si allá en Vilcapugio y Ayouma
Algún héroe lloró su revés,
Fue de orgullo, por ver que Belgrano
Tremolaba el pendón, sin doblez
CORO
¡Gloria eterna al patricio genial,
Que a la Patria arrogante y gentil
Coronó de ostentosa laurel!
¡Honre excelsa al patriarca inmortal,
Que dio fama a ese pueblo viril!
¡Gloria! ¡Gloria! ¡Loor siempre a él!
Gabriel Monserrat.

                             Canciones para mi Bandera
Mi Bandera
Marcha
Aquí está la bandera idolatrada,
la enseña que Belgrano nos legó,
cuando triste la Patria esclavizada
con valor sus vínculos rompió.
Aquí está la bandera esplendorosa
que al mundo con sus triunfos admiró,
cuando altiva en la lucha y victoriosa
la cima de los Andes escaló.
Aquí está la bandera que un día
en la batalla tremoló triunfal
y, llena de orgullo y bizarría,
a San Lorenzo se dirigió inmortal.
Aquí está, como el cielo refulgente,
ostentando sublime majestad,
después de haber cruzado el Continente,
exclamando a su paso: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!
Letra: Juan Chassaing
Música: Juan Imbroisi



La Bandera
Marcha
Gloriosa enseña de la Patria mía,
el Paraná en sus brisas te envolvió
y en su ribera tremolaste el día
en que Belgrano al mundo te mostró.
Jamás vencida, siempre como el iris,
tras las borrascas tu color surgió
y el grito heroico de la ardiente gloria
donde flameaste por doquiera vibró.
Viva eterno el nombre del héroe
que formara tan bello color.
Viva libre la enseña de Mayo,
¡Gloria! ¡Viva! su ilustre creador.
Gloriosa enseña de la Patria mía,
el Paraná en sus brisas te envolvió
y en su ribera tremolaste el día
en que Belgrano al mundo te mostró.
Jamás vencida, siempre como el iris,
tras las borrascas tu color surgió
y el grito heroico de la ardiente gloria
donde flameaste por doquiera vibró.
Sol de las batallas
en que las glorias de la Patria viera,
luz inmaculada
entre los pliegues de la azul bandera.
Nunca tus fulgores
empañe el velo de la ciega suerte
y antes que humillada
sobre tu vida ciérnase la muerte.
Letra: G.J. García

Saludo a la Bandera
Salve, argentina, bandera azul y blanca,
jirón del cielo en donde reina el sol;
tú, la más noble, la más gloriosa y santa;
el firmamento su color le dio.
Yo te saludo, bandera de mi patria,
sublime enseña de libertad y honor,
jurando amarte, como así defenderte,
mientras palpite mi fiel corazón.
Letra y Música: Leopoldo Corretjer


Canción a la Bandera(De la Ópera Aurora)
Alta en el cielo un águila guerrera,
audaz se eleva en vuelo triunfal,
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.
Así en la alta aurora irradial,
punta de flecha el áureo rostro imita
y forma estela al purpurado cuello,
el ala es paño, el águila es bandera.
Es la bandera de la patria mía
del sol nacida que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mia,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.
Letra: H.C.Quesada y L. Illica
Música: Héctor Panizza


Bandera de mi Nación
(Cueca Patrótica)
I

El cielo le dio su azul,
el blanco la cordillera;
el sol sus rayos ardientes
que alumbran la Patria entera.
Tremoló sobre los Andes
allá en las cumbres nevadas,
flameó por Chile y Perú,
dejándolas libertadas.

Estribillo

Bandera de mi nación
son tus colores divinos
que basta mirar al cielo
para sentirse argentino.

II

Las bordaron las patricias,
cuyanas de mi Argentina,
flameó en las cumbres más altas
de las tierras mendocinas.
Belgrano, allá en las Barrancas
y en el río Juramento
creó la enseña gloriosa
copiándola al firmamento.

(Estribillo)
Letra: Julio C. Navarro
Música: Rúben Moreyra

                                                                Poesías



A mi Bandera
Bandera azul y blanca,
bandera de mi patria,
jirón de nuestro cielo,
te canto con fervor
y juro defenderte
con brío y con denuedo
si oscurecer osaran
las glorias de tu sol.
La escuela me ha enseñado
que en todas partes fuiste
emblema de trabajo,
de libertad y honor;
por mares y montañas
el mundo recorriste
llevando por doquiera
la luz de tu esplendor.
Bandera que eres gloria
de un pueblo generoso
y de los hombres eres
un vínculo de paz;
bajo tu manto cubres
a todo aquel que anhele
honrar con sus virtudes
tu augusta majestad.


Oración a la Bandera
Bandera de la Patria, celeste y blanca, símbolo de la unión y la fuerza con que nuestros padres nos dieron independencia y libertad; guía de la victoria en la guerra y del trabajo y la cultura en la paz.

Vínculo sagrado e indisoluble entre las generaciones pasadas, presentes y futuras.

Juremos defenderla hasta morir antes que verla humillada.

Que flote con honor y gloria al frente de nuestras fortalezas, ejércitos y buques y en todo tiempo y lugar de la tierra donde ellos la condujeren.

Que a su sombra la Nación Argentina acreciente su grandeza por siglos y siglos y sea para todos los hombres mensajera de libertad, signo de civilización y garantía de justicia.
Autor: Joaquín V. González


La Bandera Argentina
Dos pedazos de cielo aprisionaron
a una cinta de plata sin mansilla
y, en medio, el sol lució su maravilla
y así, sol, plata y cielo la formaron.
Esa bandera fue la que en el llano
de Salta y Tucumán, ondeó la gloria
y presidió en su mástil la victoria
que coronó la frente de Belgrano.
Esa bandera fue la que adoraron
y a cuya sombra pródiga forjaron
ideales de bien, los Hombres Grandes.
Y esa misma bandera, noble y bella,
fue para San Martín como una estrella
en su atrevido paso de los Andes.
Autor: Adrián Cañas y Delgado (Peruano)





Mi Bandera

La bandera mía
se parece al cielo:
es azul y blanca,
con el sol en medio.

¿Cómo no quererla
como yo la quiero
si en ella el retrato
de mi patria veo?

Por eso al mirarla
flotando a los vientos
de orgullo y de dicha
se me ensancha el pecho.

Por eso al mirarla
siento un solo anhelo:
ser justo y honrado,
ser valiente y bueno.

UN POCO DE HISTORIA
13 de febrero de 1812
Manuel Belgrano propuso al Gobierno la creación de una "escarapela nacional", en vista de que los cuerpos del Ejército usaban distintivos diversos.
18 de febrero de 1812
El Triunvirato aprobó el uso de la escarapela blanca y celeste, decretando: "Sea la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de color blanco y azul celeste..."
27 de febrero de 1812
Entusiasmado con la aprobación de la escarapela, M. Belgrano diseñó una bandera con los mismos colores, enarbolándola por primera vez en Rosario, a orillas del río Paraná. Allí, en las baterías "Libertad" e "Independencia" la hizo jurar a sus soldados. Luego, mandó una carta al Gobierno comunicando el hecho. Este mismo día, el Triunvirato le ordenó hacerse cargo del Ejército del Norte, desmoralizado después de la derrota de Huaqui.
Bicentenario de la creación de la Bandera: 200 años en construcción.
3 de marzo de 1812
El Triunvirato contestó la carta de Belgrano, ordenándole que disimulara y ocultara la nueva bandera y que, en su lugar, pusiese la que se usaba entonces en la Capital. La orden se debió a la preocupación por la política con el exterior. Pero, cuando la orden salía de Buenos Aires, M. Belgrano ya marchaba hacia el norte y, por esta razón, no se enteró del rotundo rechazo del Gobierno a la nueva bandera.
25 de mayo de 1812
Al frente del Ejército del Norte, el entonces General en jefe M. Belgrano movilizó sus tropas hacia Humahuaca. En San Salvador de Jujuy, enarboló al ejército de su mando la bandera en los balcones del Ayuntamiento, en vez del estandarte real de costumbre que presidía las festividades públicas. Allí, la bandera argentina fue bendecida por primera vez.
27 de junio de 1812
El Triunvirato ordenó nuevamente a M. Belgrano que guardara la bandera y le recriminó su desobediencia.
18 de julio de 1812
El General contestó que así lo haría, diciendo a los soldados que se guardaría la enseña para el día de una gran victoria.
El Economista

En Europa, Belgrano se vinculó con importantes especialistas en economía y tradujo a los más grandes economistas. En Salamanca fue el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política. En el viejo mundo asistió al nacimiento de la economía como ciencia y al de las sociedades económicas.


Consulado de Comercio
En 1794 fue nombrado en Buenos Aires "Primer Secretario del Consulado de Comercio". En esa función, escribió las Memorias. A través de ellas propagó las doctrinas económicas en boga entonces en Europa y propuso iniciativas a favor del mejoramiento material de la comunidad. Para él, el desarrollo económico debía ser parte del desarrollo cultural y ser concordante con la economía de libre mercado.

El promotor de la educación


El Consulado establecía un premio al trabajo de los dibujantes
Como Secretario del Consulado consideró que lo más importante era fomentar la educación, es decir, capacitar a la gente para que aprendiera oficios y pudiera aplicarlos en beneficio del país. Por eso, ayudó al desarrollo de la Escuela de Dibujo y de la Escuela de Náutica, ambas, creadas en 1799. Pero también Belgrano hizo otros aportes en la educación: en esa época no había escuelas para chicas; él quería crearlas porque pensaba que para ser buenas madres las mujeres debían educarse. Según sus palabras, "se deben poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñará la doctrina cristiana, a leer, a escribir, coser, bordar, etc., y principalmente inspirarles amor al trabajo, para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres". Además, quería que la educación fuera gratuita para todos.

Según Mitre, "Belgrano aconsejaba que se abran escuelas en todos los barrios de la ciudad y en todas las villas de campaña para los niños de ambos sexos, en circunstancias en que no existía en Buenos Aires más que una sola escuela de primeras letras, que se llamaba ‘desrey’, por ser la única que costeaba la Corona de España".



    Desde el Consulado aplaudió la aparición del periódico "Telégrafo Mercantil": ayudó a su fundación en 1801, donde difundió sus ideas revolucionarias. Como Secretario del Consulado protegió los órganos periodísticos publicados en el Río de la Plata. El 3 de marzo de 1810 apareció el periódico "Correo de Comercio", el cual dirigió. En sus páginas se observa la doctrina de Belgrano, es decir, la importancia de la educación en el país y de la mujer, entre otras cosas.


Primer ejemplar del periódico
"Correo de Comercio",
del 3 de marzo de 1810.

"Telégrafo Mercantil"
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El militar

En el Ejército del Norte


Durante la bendición de la bandera
No se había preparado para la guerra sino para las leyes, pero -no sin errores- aprendió y se ganó la admiración de San Martín. Su primer contacto con el tema fue en 1806, durante la Primera Invasión Inglesa. Allí se incorporó a las milicias criollas con otros jóvenes para defender la ciudad y él fue elegido Capitán. Tuvo su primer combate en las orillas del Riachuelo. Ya en 1810, la Primera Junta, recién asumida, decidió enviar expediciones para extender la Revolución a todo el Virreinato. En septiembre de 1810 la Junta le encomendó La expedición de Paraguay. El objetivo de la Campaña del Paraguay fue más político que militar: la intención de Belgrano era difundir entre los paraguayos el ideario de la Revolución de Mayo. De paso al Paraguay, legalizó y dio un carácter urbano, con planificación de ejidos, a Mandisoví y Curuzú Cuatiá. Luego de vencer en Campichuelo fue derrotado en Paraguarí, el 19 de enero de 1811. También, el 9 de marzo de 1811, fue vencido en Tacuarí. En noviembre de 1811 fue nombrado Jefe de Regimiento Nº 1 de Patricios. En enero de 1812 fue enviado por el gobierno a proteger las costas del Paraná de los españoles. Allí enarboló por primera vez la bandera nacional (el 27 de febrero de 1812). Ese mismo día, el gobierno le encargó la jefatura del Ejército del Norte. El 25 de mayo de 1812 en Jujuy instaló el cuartel general y, en celebración del aniversario de la Revolución, hizo bendecir la bandera.

Medalla conmemorativa del
triunfo de Tucumán,
que mandó hacer Belgrano en Potosí
Al observar que era imposible resistir el avance realista, inició el 23 de agosto de 1812 el Éxodo Jujeño, es decir, la retirada hacia Tucumán (los habitantes de Jujuy y de Salta abandonan sus hogares y arrasan todo a su paso, dejando a los realistas sin víveres para la tropa).
Luego, el gobierno le pidió que fuera a Córdoba pero él se mantuvo en Tucumán y allí venció a los realistas (el 24 de septiembre de 1812).

Anuncio de la derrota de Vilcapugio
El gobierno lo nombró Capitán General e inició el avance hacia el norte. Cruzó el río Pasaje y, junto con su ejército, juró obediencia a la Asamblea del año XIII. Derrotó nuevamente a los españoles en la batalla de Salta el 20 de febrero de 1813. Ese año se dirigió a Potosí y fue derrotado en Vilcapugio (el 1º de octubre de 1813). Reorganizó su ejército, pero fue vencido nuevamente en Ayohúma (el 14 de noviembre de 1813). En enero de 1814 se encontró con San Martín en Salta y entregó el mando del ejército en Tucumán, quedando a cargo del regimiento Nº 1 con el grado de coronel. El 30 de enero de 1814 el gobierno lo separó del ejército del Norte y viajó a Buenos Aires. Allí lo arrestaron y lo procesaron, pero finalmente se le reconocieron sus méritos y honores.

San Martín y Belgrano se respetaban mutuamente
y se tenían gran aprecio
  • Historia del País – Batallas de la historia
    Belgrano en el Paraguay: Introducción – Hacia el Paraguay – Combate de Campichuelo – Se prepara Paraguarí – La Batalla de Paraguarí – La intervención portuguesa – Tacuarí – La Revolución en el Paraguay – Tratado del 12 de octubre.
  • Historia del País – Batallas de la historia
    Tucumán y Salta: Introducción – Las preocupaciones de Belgrano – Problemas políticos – Cae Cochabamba – El éxodo jujeño – Combate de las Piedras – Vísperas de Tucumán – Entre Tucumán y Salta – Jura de la Asamblea – Hacia Salta – Batalla de Salta – La capitulación.
  • Historia del País – Batallas de la historia
    Vilcapugio y Ayohuma: Introducción – Liberación de Potosí – Pepezuela asume el mando – Vísperas de Vilcapugio – La batalla – Retirada de Belgrano – Hacia Ayohuma – Derrota patriota.



El político


Belgrano, vocal de la Primera Junta,
junto a Saavedra y Moreno


Belgrano junto a Rivadavia y Sarratea
cumpliendo misiones diplomáticas en Europa



Propuesta de Belgrano
en la sesión secreta de Tucumán
Entre 1793 y 1806 Belgrano apoyó y también criticó el gobierno de Carlos IV. Más tarde, participó activamente de los acontecimientos de mayo y fue designado vocal de la Primera Junta. Años después, al ser separado del ejército, fue enviado en 1814 como representante argentino a cumplir una misión diplomática en Europa junto con Bernardino Rivadavia. En Inglaterra inició gestiones con Manuel de Sarratea tendientes a obtener el reconocimiento de la independiente naciente del Plata, admitiendo el establecimiento de una monarquía constitucional. Las gestiones fracasaron y, de vuelta de su viaje a Europa, fue nombrado, en febrero de 1816, Jefe del Ejército de Observación en el Litoral, con órdenes de marchar hacia Santa Fe. Luego, fue nombrado jefe del Ejército del Norte. Se dirigió a Tucumán, donde hacía pocos días había comenzado a sesionar el Congreso de las Provincias Unidas y el 6 de julio de 1816 fue escuchado, en sesión secreta, sobre la situación en Europa. Propuso no buscar príncipes en Europa, sino elegir la coronación de un descendiente inca, pero su propuesta no fue considerada, incluso, muchos se burlaron de la idea.
En enero de 1819 el gobierno le ordenó que se hiciera cargo del ejército estacionado en Santa Fe. En abril sus representantes firmaron el armisticio de San Lorenzo y se retiró a Córdoba. Razones de salud le hicieron delegar el mando. Mantuvo hasta su muerte sus convicciones monárquicas, pero siempre respetuoso de la constitución sancionada por el Congreso de Tucumán, luego en Buenos Aires.
El hombre

Casa natal de M. Belgrano
Familia de origen Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació en una casona familiar, a pocos metros del convento de Santo Domingo, donde también falleció. Fue el cuarto hijo de trece hermanos. Su madre, Josefa González Caseros, era criolla y su padre, Domingo Belgrano y Peri, un comerciante italiano emigrado a Cádiz y luego a América, estableciéndose en Buenos Aires en 1751. A su padre el comercio le permitió lograr una buena posición económica y en la milicia alcanzó el grado de capitán.
"... La ocupación de mi padre fue la de comerciante, y le tocó el tiempo del monopolio, adquirió riquezas para vivir cómodamente y dar a sus hijos la educación mejor de aquella época..." (Palabras de Manuel Belgrano).

Estudios

Se cree que realizó sus primeros estudios en el convento de Santo Domingo. Después, ingresó en el Real Colegio de San Carlos. La carrera comprendía Lógica, Metafísica, Física y Ética.


Belgrano durante un examen


Sus padres lo mandaron después a España a estudiar en la Universidad de Salamanca, allí se perfeccionó en comercio, pero se graduó en leyes.



Su hija Manuela Mónica
del Corazón de Jesús Belgrano
Mujer e hija
Se enamoró de María Dolores Helguera y quiso casarse, pero en enero de 1818 recibió la orden de marchar hacia Santa Fe. Pero Dolores estaba embarazada y sus padres la obligaron a casarse con otro hombre. El 4 de mayo de 1819 nació la hija de la pareja, Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano. Los enamorados volvieron a encontrarse pero no pudieron casarse porque el divorcio no era legal. Belgrano murió en 1820 y su hija fue criada y educada por sus tías y tíos, es decir, por los hermanos de Belgrano.


Testamento y mausoleo
La Página del Conocimiento
Testamento de Manuel Belgrano (pequeña biografía, comentarios sobre Belgrano y transcripción de su testamento).

En el siglo XX, se construyó un mausoleo en su honor, en el atrio de la iglesia de Santo Domingo. Fue una iniciativa de un grupo de estudiantes y la obra se costeó por una colecta pública.


Fue sepultado con los hábitos
de la orden de los dominicos

Mausoleo con los restos de Belgrano

GENEALOGIA
Su Antepasados Maternos
 


El bisabuelo materno de Belgrano era Juan Guillermo González y Aragón, nacido en Cádiz y casado en Santiago del Estero en 1713, siendo su hijo el sacerdote José González Islas. Don Juan González Aragón, al fallecer su esposa, Doña Lucía Islas y Alva, ingresa en el seminario y se consagra sacerdote en 1734. Durante la epidemia de 1727 residía en Buenos Aires, y al observar los estragos que provocaba este flagelo, fundó la Hermandad de la Santa Caridad de Jesucristo, para auxiliar a los pobres y moribundos, y darles honrosa sepultura.

Sus actividades comenzaron bajo el patrocinio de San Miguel y de Nuestra Señora de los Remedios, en la Iglesia de San Juan Bautista (calles Alsina y Piedras). Luego construyó una capilla en el barrio sur del Alto de San Pedro (González Telmo), origen de la actual parroquia de la Inmaculada Concepción (calles Independencia y Tacuarí), seis cuadras al sur de San Juan Bautista. En 1738 traslada la Hermandad a su nueva y definitiva sede, y construye la Iglesia de San Miguel y Nuestra Señora de los Remedios, origen de la actual parroquia de San Miguel (calles Bartolomé Mitre y Suipacha). En 1744, su hijo, José González Islas, lo sustituye como capellán, y Juan González Aragón, que había traído de Córdoba, por encargo del Obispo, las primeras monjas catalinas, en 1745, será su primer capellán en el actual convento de San Martín y Viamonte. Estas fueron las primeras monjas residentes en Buenos Aires, pues las Clarisas son de 1749.

En la manzana de San Miguel, ambos sacerdotes, padre e hijo, habían fundado y atendían desde 1743, el hospital de mujeres y la botica. Domingo Belgrano, padre de Manuel Belgrano, ayudó a construir la capilla y donó el retablo del altar, la pila bautismal y la sacristía. Allí se enterraba a los ajusticiados, a los náufragos y a los pobres. José González Islas fundó en ese lugar en 1755, un Colegio de Huérfanas. El único Colegio de Huérfanas con que contaba Buenos Aires en ese momento.

En 1748, los sacerdotes médicos y enfermeros betlemitas, orden fundada en Guatemala, llegan a Buenos Aires desde Potosí, y se hacen cargo del hospital de hombres del barrio sur. La Hermandad sigue atendiendo el hospital de mujeres, la botica y el colegio de huérfanas, y desde 1784 también la Casa Cuna.

Rivadavia, siendo ministro de gobierno de Martín Rodríguez en 1822, siguiendo una política liberal y regalista, suprime la orden de los betlemitas, entre otras órdenes religiosas como los recoletos y mercedarios. Confisca todos tus bienes, tales como las propiedades de esa Orden Hospitalaria y de la Hermandad de la Santa Caridad, y funda con todos ellos, la Sociedad de Beneficencia.

Juan González y Aragón había fallecido en 1768 y José González Islas en 1801.Estos dos ilustres sacerdotes, antepasados de Belgrano, fundadores de varias de las primeras iglesias que tuvo Buenos Aires y de la Hermandad de la Santa Caridad, son un antecedente del espíritu profundamente cristiano del prócer y de su permanente interés por mejorar la situación de los sectores más carenciados de la sociedad. No olvidemos que el padre de Belgrano, Don Domingo Belgrano Pérez, contribuía al sostenimiento económico del Colegio de Niñas Huérfanas de San Miguel, y que Manuel Belgrano, siendo secretario del Consulado de Buenos Aires, estableció un premio para las niñas del Colegio de Huérfanas que realizaran las mejores hilazas. Esta medida era para estimular el trabajo femenino.
BIBLIOGRAFÍA.
ROTTJER, ANIBAL ATILIO, El General Manuel Belgrano.


Belgrano y su Padre
Don Domingo Francisco Belgrano Peri nació en Oreglia, pequeño pueblo de Liguria, Italia. Fueron sus padres Carlos Félix Belgrano y María Gentile Peri. Sus antepasados se habían destacado desempeñando funciones públicas al servicio de la República de Génova y de los duques de Saboya.
Siendo muy joven se trasladó a Cádiz, pasando luego al Río de la Plata. Llegó a Buenos Aires en 1750 y se dedicó al comercio, logrando conseguir una posición económica sólida. El 4 de noviembre de 1757 se casó en la Iglesia de la Merced con Doña María Josefa González Casero, joven porteña proveniente de una destacada familia.
Domingo Belgrano Peri castellanizó su apellido en Belgrano Pérez. Fue un próspero comerciante que manejaba el circuito comercial del Virreinato del Río de la Plata, y el que lo conectaba con la Metrópoli (España), Río de Janeiro (Brasil) e Inglaterra.
Mantuvo vinculaciones con importantes funcionarios de la Península. Obtuvo carta de naturalización en 1769.El gobernador Vértiz lo nombró capitán en 1772 en atención a su mérito, celo y conducta. En 1778 ingresó en la administración de la Aduana de Buenos Aires. En 1781 fue designado regidor, alférez real y síndico procurador general del Cabildo de Buenos Aires.
Figuró entre los comerciantes que se empeñaron en conseguir el establecimiento del Consulado en Buenos Aires.
Don Domingo Belgrano Pérez falleció el 24 de septiembre de 1795 en la ciudad de Buenos Aires. En su testamento pidió ser sepultado en la Iglesia de Santo Domingo, siendo amortajado con el hábito de esta orden ya que era hermano de la misma, en la que había alcanzado el cargo de prior.

GENEALOGIA
Los hijos del General Manuel Belgrano
Arboles Genealógicos:
Belgrano en su testamento expresa que no tiene ascendientes ni descendientes, cuando en realidad dejaba en este mundo, un niño de siete años, llamado Pedro Pablo y una criatura de un año de edad que tenía por nombre Manuela Mónica del Corazón de Jesús.

¿Cuál fue la razón por la cual el prócer oculta al redactar su última voluntad la existencia de sus vástagos?
La respuesta la podemos encontrar, por un lado en la vida azarosa y sacrificada que llevó Belgrano al servicio de la patria, recorriendo los caminos del país al frente de ejércitos para lo que no había sido formado, pues el viajó a los 16 años a España, estudiando derecho en las universidades de Salamanca y Valladolid, graduándose de abogado; regresando luego a Buenos Aires como Secretario del flamante consulado recién creado en el Virreinato del Río de la Plata, en que tuvo un desempeño destacadísimo durante quince años que se reflejó, en las Memorias Anuales que redactó.

Pero su formación religiosa y liberal, entonces denominada fisiocrática, lo llevaron a constituirse en el orientador del pensamiento de los hombres de mayo, formar parte de la Primera Junta de gobierno y luego ser puesto al frente primero del Ejército al Paraguay y luego del Alto Perú.

Luego de su regreso de España, en 1802, conoció en un sarao que se realizó en la casa de la familia de Mariano Altolaguirre, a una porteña muy bien parecida, de 18 años llamada María Josefa Ezcurra, de la que se enamoró, iniciando un noviazgo con la misma. El padre de la señorita, Juan Ignacio Ezcurra, no aprobó dicho idilio, con el argumento de que el padre de Belgrano había sido un comerciante muy rico, pero por contingencias de la vida y de los negocios, se vió menguado su patrimonio Dentro de esa concepción especulativa, obligó a casarse a su hija con un primo venido de la ciudad Pamplona, España, que instaló en Buenos Aires un próspero negocio de venta de paños.

El matrimonio no fue muy armonioso y al producirse el movimiento emancipador en mayo de 1810, el marido de María Josefa se pronunció por la causa del rey y viajó a Cádiz, España, dejando a su esposa en Buenos Aires, reanudándose el idilio con Belgrano.

Cuando nuestro prócer fue nombrado Comandante del Ejército del Alto Perú en 1812, María Josefa Ezcurra viajó a Jujuy en mensajería y tras 50 días llegó a Jujuy donde se reunió con el hombre que amaba. Participó junto a él en el Éxodo Jujeño y presenció la batalla de Tucumán, quedando embarazada y dando lugar al nacimiento de Pedro Pablo Rosas y Belgrano.

La hija menor de nuestro héroe, Manuela Mónica Belgrano, fue fruto de un idilio de Belgrano en Tucumán, durante su segundo comando del Ejército del Norte, con una joven tucumana llamada Dolores Helguero.

Suponemos que el hecho de que el nacimiento de ambos niños, no respetara las rigurosas normas éticas de la época y para no poner en evidencia a las madres, motivó la declaración testamentaria expresada, que no dejaba descendientes.

No obstante, Belgrano, antes de morir, instruyó a su hermano el Canónigo Joaquín Eulogio Estanislao Belgrano, a quien nombró su heredero y albacea, para que su familia velara por el futuro de su hija y le asignara en el futuro filiación.

Buenos Aires, junio de 2001
Grl. Isaías José García Enciso Vicepresidente 1º Instituto Nacional Belgraniano

INVASIONES INGLESAS
Belgrano y las Invasiones Inglesas 1806 y 1807

 
William Carr Beresford
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX se enfrentan Francia e Inglaterra en búsqueda del predominio europeo. En estos conflictos se ve arrastrada España, aliada de la primera. Su repercusión en el Río de la Plata desencadenará una serie de acontecimientos decisivos para la Historia de la patria que afectarán el sistema colonial hispano, dando a nuestro pueblo la primera oportunidad de manifestar su soberanía. Entonces Manuel Belgrano hace sus primeros ensayos militares.
Frente a una posible agresión portuguesa o británica, naciones entonces aliadas, el Virrey Melo de Portugal y Villena, obedeciendo órdenes expresas de la corona, toma las medidas defensivas pertinentes, entre ellas, la designación de Belgrano como capitán de milicias urbanas de infantería, el 7 de marzo de 1797. En un primer momento ese será un empleo honorífico, ya que aún no tendrá posibilidad de una actuación directa.

Cuando a principios de junio de 1806, el vigía de Maldonado avista la presencia de naves enemigas, el Virrey Marqués de Sobremonte reconcentra en la Banda Oriental las tropas regulares y en la Capital sólo toma medidas en relación a las milicias. El 9 de junio de 1806, Belgrano es designado capitán graduado agregado al Batallón de Milicias Urbanas de Buenos Aires. Se le ordena la formación de una compañía de caballería con jóvenes del comercio, y le ofrecen oficiales veteranos para la instrucción de aquella. Belgrano tiene dificultades para alistar a los jóvenes dado el odio que había a la milicia en Buenos Aires.
Belgrano narra en su Autobiografía la indignación ante la invasión inglesa “…todavía fue mayor mi incomodidad cuando vi entrar las tropas enemigas y su despreciable número… esta idea no se apartó de mi imaginación y poco faltó para que me hubiese hecho perder la cabeza :me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación …”
Santiago de Liniers
Museo Histórico Nacional
Las tropas inglesas comandadas por William Carr Beresford se dirigen sobre la capital, en tanto el Virrey Sobremonte, según un plan preestablecido, dispone el envío de los caudales al interior y se retira hacia Córdoba. Los tesoros caen en manos inglesas y el 27 los invasores ocupan el fuerte de Buenos Aires. Se firma la capitulación el 2 de julio. El jefe inglés toma entonces el juramento de fidelidad a su Majestad Británica a las autoridades civiles y militares de la plaza. Belgrano para no prestar juramento se dirige a la capilla de Mercedes.

Pronto la ciudad se transforma en punto neurálgico de conspiraciones y planes para acabar con el dominio inglés. Los criollos de la ciudad y la campaña organizan las acciones, encabezados por tropas formadas en Montevideo al mando de Santiago de Liniers. Belgrano se entera en su retiro del proyecto y se dispone a pasar a la capital para participar en la lucha, cuando recibe la noticia de la heroica reconquista de Buenos Aires del día 12 de agosto. Beresford capitula y Belgrano se apresta a retornar.

En medio del regocijo popular un cabildo abierto reunido el 14 de agosto, quita al Virrey el mando militar de Buenos Aires, que debe delegarlo en Liniers, y dispone la organización de cuerpos armados para asegurar la defensa de la plaza.

Los habitantes de Buenos Aires comienzan a agruparse según su origen, en cuerpos de voluntarios bajo la dirección de Liniers; Belgrano participa activamente en la formación de los mismos. En tanto decide tomar lecciones básicas sobre milicias y el manejo de las armas. Sobremonte lo designa en 1806 como sargento mayor de la Legión de Patricios voluntario urbanos de Buenos Aires. Pero la necesidad de asumir nuevamente su empleo de Secretario del Consulado, hace que pida prontamente su baja. Sin embargo, cuando Whitelocke desembarca sus tropas en las inmediaciones de la Ensenada de Barragán, Belgrano actúa en la defensa de la ciudad como Ayudante de Campo del Cuartel Maestre General Balbiani.
Mapa del Río de la Plata, señalando el desembarco de las tropas inglesas en 1806
Nuevamente son vencidos los ingleses y los criollos, artífices del triunfo, toman conciencia de sus fuerzas. La crisis del sistema colonial español acelera la posibilidad de nuestra independencia. Así lo estima Belgrano al conversar con el brigadier general Crawford, estando éste prisionero; “nos faltaba mucho para aspirar a la empresa …Pero, pasa un año, y he ahí que sin que nosotros hubiéramos trabajado para ser independientes, Dios mismo nos presenta la ocasión…”.















3 de junio de 1770
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